Al día siguiente nos fuimos a casa, mamá no hizo nada al respecto. Cuando llegamos a nuestra ciudad, tres horas después, ella le contó a papá. Él también lloró.
Recuperarse de una crisis, encontrarse a sí misma, re-armarse y salir otra vez al mundo es un proceso difícil; de seguro muy provechoso, pero también intenso y agotador. Dado entonces a que urge tomárselo con calma, sin apuros ni zapatos apretados ¿qué mejor que hacerlo coincidir con una temporada invernal vivida como Dios manda?
Quiero prepararme para las cosas buenas que vendrán y descubrir nuevos caminos, ver todo lo que he dejado de ver por ponerle tanto foco a este tema. La gente seguirá preguntándome si tengo hijos o no, pero esos son ellos, yo ahora pretendo ver la vida desde otro lugar.
Estaba en un momento de mi vida en el que pasaban muchas cosas, pero sentía que no tenía control sobre nada. Así, llegué a la carta astral como una herramienta para tratar de ordenar lo que estaba pasando y tomar buenas decisiones.
María Laura está hace siete meses en Madrid. Aquí nos comparte sus picadas, lo que más le gusta de su barrio y cómo ha sido cambiar totalmente de rutina al volver a estudiar.
Estamos seguras de que la lista de cosas que las madres han hecho por sus hijos está repleta de actos de los que no nos hemos enterado, porque suelen ser desinteresados, porque solemos no darnos cuenta y estar más ensimismadas (especialmente en la adolescencia), pero acá hay algunos de los que hemos tomado consciencia. Las dejamos invitadas a compartir los suyos:
Para cuando logré pasar a sentarme vi una oportunidad que siempre se me había pasado por estar con más gente, había muchos asientos disponibles en buenas posiciones pero que nadie ocupaba porque estaban agrupados de a uno. Y ahí fui a meterme, quedé en el ángulo perfecto y además entre dos mujeres. En ese momento me terminé de relajar. Y empezó el concierto.
No pude dejar de fijarme en el triste fenómeno de constante búsqueda de algunos machos fiesteros que, pese a su avanzada edad —porque uno creería que esto ocurre sólo en la adolescencia—, siguen parados en las esquinas, buscando presas que respondan afirmativamente a su invitación al baile. Es triste, porque si uno mira detenidamente sus pies, ellos también quieren bailar, pero no bailan, porque no bailan entre amigos.
Veía tan lejano los 2000, típico que siendo niña creía que andaríamos casi en naves espaciales, sin embargo pasar de 1999 a 2000 ¡no cambió nada! Por lo que siento que pasar de los 39 a los 40, será exactamente lo mismo. Siento que estoy como en la mitad de mi vida, me veo de casi 10 años menos, me siento joven y con pilas. No como la "señora", que pensé que sería.
Se me llena el inicio de facebook con fotos de embarazadas, de baby showers, de bebés, de compromisos, de matrimonios. Y yo aquí.
Me cuentan que un ex pololo se casó, que otro se fue a vivir con la pareja, que otro está pololeando, que otro tuvo un hijo. Y yo aquí.