POR LOU MARINO
Pasada cierta edad, durante mi adolescencia, empecé a buscar más y más espacios de independencia con el fin de desarrollar mi identidad más personal (o menos social si se quiere) y también de emanciparme, aunque fuera solo en mi mente, de todas las instancias de control en mi vida (familia, colegio, etcétera). Así tuve mi primera salida al cine sola, después alguna salida a comer, y al ir creciendo comencé a notar cada vez más la importancia de necesitarme sólo a mí misma para pasar un buen rato o distraerme, distenderme, contenerme o cualquier cosa que resultara urgente en torno a mi emocionalidad. No lo digo a modo de ponerme como ejemplo, pasé por etapas de completa dependencia de amigos y parejas para sentirme más o menos bien, pero finalmente me parece una recomendación relevante sobre algo que podría parecer obvio y básico, la independencia, pero que no veo en *todas* las mujeres que me rodean como me gustaría.
Esto me llevó a ir sola por primera vez a un concierto, en este caso de Erasure. Llegué un poco inquieta, muy observadora de mi entorno porque en realidad por la época que representa el grupo tuve la sensación de ser la única persona sub-20 en el lugar, y si bien eso no me generó algún problema en particular era un ambiente muy distinto a los conciertos hipsters-alternativos y llenos de universitarios con chaquetas anchas de mezclilla a los que suelo asistir. Este era más un lugar de señoras con cintillos en la frente y maridos aburridos, o al menos esa era la tónica en la localidad a la que fui.
Para cuando logré pasar a sentarme vi una oportunidad que siempre se me había pasado por estar con más gente, había muchos asientos disponibles en buenas posiciones pero que nadie ocupaba porque estaban agrupados de a uno. Y ahí fui a meterme, quedé en el ángulo perfecto y además entre dos mujeres. En ese momento me terminé de relajar. Y empezó el concierto.
Bailé y grité sin pudor porque nadie conocido me iba a ver (que sé que va muy de la mano con la comodidad que me entregó estar entre ellas dos), lo cual terminó resultando bastante terapeútico, además de la sensación que de por sí provoca estar viendo una banda que a uno le gusta mucho. Al salir me sentía super llena, llegué a mi casa muy satisfecha tras haber estado medianamente preocupada por ir sola a una instancia de este tipo, y mis amigas que sabiendo esto preguntaron por cómo me había ido también quedaron tranquilas y motivadas a hacer el mismo ejercicio ellas también. Velemos por más espacios seguros para mujeres y salgamos a vivir buenos momentos con una misma.
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yo he ido al estadio sola, a conciertos, a comer no me gusta mucho ir sola porque me gusta conversar mientras como pero muchas cosas “típicas” de hacer entre mas gente las he realizado sola. Obvio que siempre cuando cuento de esos lugares la primera pregunta que me hacen es: ¿con quién fuiste? (no es raro pensar que no pregunten por la calidad del concierto o por la canciones que cantó?) y cuando digo sola ponen cara de “ooohhhh” pero de verdad que da lo mismo. Lo malo de esto es que cuando una se acostumbra ya no puede parar y al darse cuenta que el mundo se puede vivir sola no se para más…estuve un mes en Europa sola y fue el mejor viaje de mi vida..