¿A qué jugabas cuando eras niña? Esta pregunta nos obsesiona, y tiene que ver con la idea de que, de que nuestras inquietudes verdaderas se manifiestan de alguna forma desde que somos niñas, y suelen tener relación con aquellos intereses más definitivos en la adultez.
Creo que si volviera a vivir en el marco de una relación de pareja, exigiría un cuarto adicional para ocupar a veces, para leer; por si me siento enferma o simplemente por si estoy con insomnio y quiero darme mil vueltas en la cama sin molestar a nadie.
Al día siguiente nos fuimos a casa, mamá no hizo nada al respecto. Cuando llegamos a nuestra ciudad, tres horas después, ella le contó a papá. Él también lloró.
Recuperarse de una crisis, encontrarse a sí misma, re-armarse y salir otra vez al mundo es un proceso difícil; de seguro muy provechoso, pero también intenso y agotador. Dado entonces a que urge tomárselo con calma, sin apuros ni zapatos apretados ¿qué mejor que hacerlo coincidir con una temporada invernal vivida como Dios manda?
Quiero prepararme para las cosas buenas que vendrán y descubrir nuevos caminos, ver todo lo que he dejado de ver por ponerle tanto foco a este tema. La gente seguirá preguntándome si tengo hijos o no, pero esos son ellos, yo ahora pretendo ver la vida desde otro lugar.
Estaba en un momento de mi vida en el que pasaban muchas cosas, pero sentía que no tenía control sobre nada. Así, llegué a la carta astral como una herramienta para tratar de ordenar lo que estaba pasando y tomar buenas decisiones.
María Laura está hace siete meses en Madrid. Aquí nos comparte sus picadas, lo que más le gusta de su barrio y cómo ha sido cambiar totalmente de rutina al volver a estudiar.
Estamos seguras de que la lista de cosas que las madres han hecho por sus hijos está repleta de actos de los que no nos hemos enterado, porque suelen ser desinteresados, porque solemos no darnos cuenta y estar más ensimismadas (especialmente en la adolescencia), pero acá hay algunos de los que hemos tomado consciencia. Las dejamos invitadas a compartir los suyos:
Para cuando logré pasar a sentarme vi una oportunidad que siempre se me había pasado por estar con más gente, había muchos asientos disponibles en buenas posiciones pero que nadie ocupaba porque estaban agrupados de a uno. Y ahí fui a meterme, quedé en el ángulo perfecto y además entre dos mujeres. En ese momento me terminé de relajar. Y empezó el concierto.