La libertad de bailar entre mujeres
No pude dejar de fijarme en el triste fenómeno de constante búsqueda de algunos machos fiesteros que, pese a su avanzada edad —porque uno creería que esto ocurre sólo en la adolescencia—, siguen parados en las esquinas, buscando presas que respondan afirmativamente a su invitación al baile. Es triste, porque si uno mira detenidamente sus pies, ellos también quieren bailar, pero no bailan, porque no bailan entre amigos.
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