Por María José
Como esos destellos de iluminación me ha llegado una publicación sugerida en la red social laboral, paso por ella pensando que me iba a decir algo demasiado sobrevalorado que no me iba a hacer sentido. Pero no, hizo click rápido, estaba receptiva a entender por qué estaba procastinando y fijarme en los miedos que te alejan de hacer lo que te gusta.
A mis pasados 30, aún no tengo claro que actividad remunerada me puede hacer mantener feliz todos los días. Tampoco me he aventurado sola, siempre he trabajado en lo que estudié, que no era la primera opción de las cosas que mas me gustaban y gustan.
Me sigo manteniendo en esta zona de confort. Pero como a muchos, nuestros padres nos guiaron a estudiar una carrera convencional, tradicional para que asegurarnos un futuro. Ahora imagino que tan difícil puede ser y termina siéndolo por la procastrinación.
¿Por qué no me atrevo? ¿Por qué no hago lo que tengo que hacer? ¿Por qué no me tiro a la pisicina?
¿Pero por qué no hacemos lo que hay que hacer para llegar a esas metas?
Hace rato tenía identificado que era miedo a no lograr satisfacer las expectativas, las propias y las ajenas. Ya, fallar, ya pero que tanto.. fallamos, si todo el mundo falla, pero claro, fallar en eso que te gusta tanto, penca, pero aún divagaba si podía ser solo eso.
Gracias a esta publicación que apareció al “azar”, recordé algo que siempre le critiqué a mis padres, tanta exigencia y rigurosidad en las obligaciones y tan poco amor y diversión.
El desempeño era lo más importante. Que te fuera bien era lo único que tenías que hacer. Cargamos mochilas y claramente mis padres cargaban esa mochila del esfuerzo, donde el trabajo era lo mas importante, antes de la familia y de los placeres, reduciendo el valor de una persona a su éxito económico.
Y esto siempre cambia cuando pasamos por una catarsis, como la muerte de un ser querido, que te hace replantearte las cosas de la vida. Por eso ahora el psicoanálisis.
La presión por ser exitoso, me trajo solo a mantenerme en la zona de confort, hacer lo que siempre he y han hecho en la familia. Exceso de miedo en intentar algo distinto por el miedo a fallar y pasar a perder todo el valor como persona, porque este éxito económico sería mi valor.
Pero como algunos sabemos el valor de una persona radica en su bondad y consideración hacia el otro, a pesar de que algunos muchos sigan pensando que el valor esta relacionado a cuantos millones tienes en tu cuenta o a tu cuna.
Como resumen, no presionemos a nuestros hijos en exceso ni a nosotros mismos, seamos realistas, expliquemos nuestros miedos. Seamos francos para que así no tengan miedo a fallar y puedan perseguir sus sueños, en una de esas lo logran y serán humanos en paz y felices desde su juventud, generando una sociedad más sana.