Chucunco

Visita Chuchunco City con esta guía imprescindible

Hogar de Cristo ideó como regalo de fin de año para sus socios más fieles “Chuchunco City: Guía Social, Espiritual y Gastronómica de Estación Central”, que es una invitación a conocer el barrio, a integrarse, conocerse y hacer ciudad entre todos.
ChucuncoPor Ximena Torres Cautivo

Chuchunco tiene mil caras.
Si caminas por la calle Arica en verano, a la hora de la canícula, puede que no te cruces más que con mujeres afrodescendientes, acarreando sus preciosos y engalanados niños en coches o equilibrando sobre la cabeza alguna carga; si es viernes y atraviesas la General Velásquez y avanzas por Naturalista Pavón, al cabo de un par de cuadras de caminata por un colorido barrio de fachadas continuas, llegarás a Latinoamérica en pleno: colombianos, peruanos, venezolanos, haitianos, copan la feria libre, comprando y vendiendo productos locales con otros que te trasladan a sus países, al ritmo del merengue o el regaetton.

Si tienes hambre, por poca plata, puedes hacer una degustación callejera de arepas, tamales, ceviches, ajíes de gallina, sopaipillas y todos los clásicos gastronómicos de los países aquí reunidos. Multiculturalidad, multiculinariedad en pleno.

Otra opción es partir para Amengual y pedir “un plato de bulla”, como decía elegantemente un amigo, en el popular “Palacio del Poroto con Riendas”.

A la hora de la siesta, deshaciendo el camino, busca paz en un verdadero oasis: el santuario de Alberto Hurtado, donde al jardín y los prados, se suma una joya de museo con su vida y su obra, y el memorial, donde descansan los restos del santo chileno en una moderna capilla de piedra.

Tanto el museo como el memorial del santuario son obra del destacado arquitecto Cristián Undurraga y fueron construidos en 1995 y 2010, respectivamente.

En otros rincones de este plácido espacio, hay arte (tres gigantescas y coloridas cruces pintadas por conocidos artistas, afiches de laicos que se destacan por su vocación social) y agradecimiento piadoso en placas por “favor concedido”.

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Dando la vuelta la manzana, que contiene todo este complejo espiritual y social, se descubre la entrada a la Hospedería de Mujeres y a la de Hombres del Hogar de Cristo.

En esta última, las mañanas de martes y jueves pasan cosas, como el taller de actualidad que se vive en la biblioteca y el de madera. Expreso, se llama. En él, “los viejos”, todos con larga experiencia de vida en la calle, pulen madera reciclada y la convierten en preciosas tablas para el picoteo, también conversan, discuten y hacen vida de barrio.

Todo esto pasa en poco más de un kilómetro a la redonda teniendo como epicentro la parroquia Jesús Obrero, en Estación Central, un sector muy amplio y de límites difusos, conocido por los indígenas como “Chuchunco”, expresión en mapudungun que quiere decir “donde se perdió el agua”. Hoy, como bien escribió en su momento el celebrado cronista de Santiago, Roberto Merino, el concepto permanece en la jerga chilena como sinónimo de “un lugar perdido, ínfimo y vagamente irrisorio, tal como se habla de Tombuctú o de la Cochinchina”.

Para los vecinos antiguos de esta zona, “Chuchunco” tiene sabor de hogar. Del propio y, de alguna manera, del Hogar de Cristo, porque fue en la antigua calle Bernal del Mercado, donde en 1944, Alberto Hurtado puso la primera piedra de lo que para muchos es su “milagro cotidiano”, la construcción de una obra que lucha por la promoción de los más pobres entre los pobres y que atiende a 32 mil personas en situación de vulnerabilidad a lo largo de todo Chile cada año y es financiada en un 42% por chilenos comunes y corrientes.

O sea, chilenos trabajando por y para otros habitantes de este Chile extremo.

Por eso, este año y casi con caracteres premonitorios, Hogar de Cristo ideó como regalo de fin de año para sus socios más fieles “Chuchunco City: Guía Social, Espiritual y Gastronómica de Estación Central”, que es una invitación a conocer el barrio, a integrarse, conocerse y hacer ciudad entre todos. Por eso, además de promover puntos específicos de visita, el libro cuenta la historia de sus vecinos, esos que creen en la importancia de recomponer juntos el tejido social, tan roto y desgarrado por estos días.

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El libro viene en una caja de cartón, con un afiche que es el plano de la zona y tiene 100 páginas a todo color de la historia de este tramo de Chuchunco, llegando por la estación del Metro San Alberto Hurtado, antes llamada Pila del Ganso.

En el prólogo, escrito por el ingeniero y poeta Juan Cristóbal Romero, que es además el gerente general del Hogar de Cristo, se lee: “Conocer este retazo de Santiago, con sus focos culturales y sociales –el Hogar de Cristo y sus distintos programas de trabajo, el Parque Bernardo Leighton, levantado sobre un ex vertedero y hoy pulmón verde de una ciudad que requiere respirar–, espirituales –el Santuario, las parroquias, las animitas– y gastronómicos –las picadas y las ferias libres– es adentrarse en lo más profundo de nuestra identidad, a partir de los orígenes y de la evolución que ha tenido un sector que hace un siglo estaba en los extramuros y hoy es el corazón palpitante de la urbe y del ir a venir de sus habitantes.

Te invitamos a usar esta guía y visitarnos para acercarse a eso que hace tanta falta hoy: conocernos y hacer ciudad en comunidad”.

De paso, agrego yo, es además la oportunidad de contribuir, porque comprándolo se ayuda a financiar la vida de los viejos queridos de la Hospedería, como Pepe García, otrora artista destacado, que hoy vive allí y es uno de los vecinos ilustres de este Chuchunco City: “Hay hombres muy valiosos aquí, con historias potentes y oficios interesantes: mineros del carbón de Lota, por ejemplo, y otros sin oficio, pero de buen y bondadoso talante. Aquí somos un racimo de viejos, con mucho de derrota, pero también de esperanza. En esta casa somos pura humanidad”.

Este libro/regalo lleno de sentido e ideas vale 10 mil pesos y se puede adquirir en este link.