POR LALA
La obra llegó a Bárbara Ruiz Tagle casi como por casualidad. Estaba de viaje en Buenos Aires, cuando fue a ver ‘Mi hijo sólo camina un poco más lento’ al teatro. La obra había sido un éxito absoluto, las entradas se agotaban con meses de anticipación a pesar de que la función era un domingo por la mañana. Los medios la catalogaron como una revelación, pero más allá de las credenciales, lo que a Bárbara le llamó la atención fue lo que la obra remeció en ella. Así, se obsesionó por traerla a Chile. Contactó al autor (Ivor Martinić, croata, 34 años) por redes sociales y así comenzó el proceso para reclutar a los once actores, la adaptación, encontrar financiamiento, conseguir sala.
El elenco es lo primero que destaca. Lo conforman actores consagrados y otros más jóvenes: Ana Reeves, Hugo Medina, Roxana Naranjo, Alejandro Trejo, María José Siebald, Daniel Antivilo, Diego Ruiz, Carolina Correa, Andrew Bargsted, Alejandra Oviedo, Iñigo Urrutia.
La obra, en términos muy simples, nos sitúa en el cumpleaños 25 de Branko (Diego Ruiz), un joven que está confinado a una silla de ruedas producto de una enfermedad degenerativa de la que no se habla, pero está ahí, presente. Esta enfermedad los reúne pero también los separa, abre grietas en la familia que, más que superarse, parecieran profundizarse con el paso del tiempo. La obra no es sobre Branko, sino sobre toda la familia como sistema y cómo se trastoca cuando uno de ellos enferma. O es diferente. O envejece. En una entrevista Martinic dice: “la familia puede llegar a ser una cárcel”. En una escena, Branko dice: “Mamá, mientras menos personas me rodean, más camino yo”. Es un retrato crudo de una familia atravesada por la enfermedad, la discapacidad y la incapacidad de asumir la realidad. Son personas ignorando el dolor del otro, preguntándose cuándo ese otro estará nuevamente ahí para ellos. Y cada uno en cierta medida se ha abandonado en ese letargo de vivir una vida que no quieren, pero frente a la que no quieren o pueden hacer nada.
La presencia del narrador de las didascalias (Andrew Bargsted) – indicaciones que aparecen en el guión y que explican a los actores las acciones de los personajes- le entrega al espectador la oportunidad y la responsabilidad de imaginarse parte de lo que pasa. Hay acciones que no vemos pero que nos cuentan y les damos sentido sentados en la butaca. Es un espacio para que cada uno sienta lo que estime conveniente según las propias vivencias; un ejercicio muy interesante que Bárbara Ruiz Tagle logra con bastante destreza a través de la dirección.
Bárbara, además, nos invita a ver a los personajes todo el tiempo. No están necesariamente en escena, pero están ahí. Como en la vida. Mirando de frente o dándonos la espalda. A contraluz o con mayores brillos. Hay que ponerles atención incluso en las ausencias. Como a Ana (Ana Reeves), a quien nunca hay que perder de vista. Es una obra que hay que ver, hace bien.
Mi hijo sólo camina un poco más lento
Teatro Mori Bellavista
Últimas 6 funciones: jueves y viernes 21:00hrs, sábado 20:30hrs.
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Foto: Daniel Corvillon
Ojalá llegue a Concepción.