Invitada: Pepa Valenzuela

Pepa

Pepa Valenzuela | periodista de Paula y columnista de LUN

1. Cuál es tu lugar preferido de la ciudad en que vives?
La calle Lastarria completa y Merced hasta José Miguel de la Barra. Después el asunto se pone caótico y taquillero, aunque taquillero ya no es una palabra taquillera. Y no es de snob: desde que tengo uso de razón vivo al lado de ese barrio – en la zona pobre, semi soviética y cero ondera de las Torres San Borja – y me gusta pasearme por ahí, sola, escuchando música y sapeando a la gente que está sentada en los cafés. También me siento en los juegos infantiles que están en la mitad de Lastarria a hacer nada. Esa calle es una tregua en la guerra diaria del centro de Santiago. Encuentro alucinante que esté ahí todavía: quieta, bonita, sin echarse a perder aún, aunque ahora se vienen unos Mac condominios que seguramente dejarán la escoba en la cuadra. El precio de nuestra modernidad sin calidad.

2. La película que más veces has visto?
Soy un desastre para las películas: las veo y me olvido de ellas. Es decir, me olvido de los nombres, de los directores, dudo cuando vuelvo a topármelas si las vi o no. No me pasa lo mismo con los libros, menos mal. Pero las películas que he arrendado más veces en el videoclub de mi barrio (aún no llegan por aquí los Blockbusters ni los Líder, ¡que las autoridades tomen cartas en el asunto, por el amor de Dios!) son Amelie y El Gran Pez. Amelie me emociona hasta las tripas porque me hace volver a creer en cosas en contra de las cuales lucho por sacarme del chip mental: en la magia, el poder de lo simple, la justicia de los finales. Y el Gran Pez también me provoca lo mismo: me convence que en las mini historias están las grandes cosas que merecen ser contadas.

3. Describe un día normal para ti.
Me despierto rodeada de migas de galletas en mi cama. Tengo un trastorno sonámbulo gracias al cual me levanto en la noche, voy a la cocina y robo galletas que luego me como acostada y completamente dormida. Tomo café dialogando con Camiroaga matinal (con Tonka no hablo, encuentro que es más fome que bailar con el hermano) y cuando dejo de rabiar – siempre despierto malas pulgas – parto hacia adonde me depare el día. Y eso sí que es amplio: puede ser que vaya a la oficina de Paula, a una entrevista a una casa en Puente Alto, a un motel – claro, con fines periodísticos – a una entrevista en una mansión pituca de la Dehesa, a juntarme con una secta medio jipi en un cerro en Peñalolén o fuera de Santiago, al castillo de un señor medieval que vive cerca de San Fernando, también a reportear. Sé, con suerte, qué me esperan los cuatro días que vienen. Nunca más allá. En eso el periodismo independiente (o free lance para que suene más glamoroso), me ha ayudado a derribar estructuras de vieja jodida que tenía: antes era una chica muy ordenada y previsora que quería tener todo bajo control. Ahora, estoy frita si quiero planificar demasiado. En la tarde, en general estoy escribiendo desde mi casa o en la revista. Y después, en mi casa viendo El Zorro, con mi vieja, comiendo pan con palta o en algún bar o café cercano a mi casa – soy peatona y bien floja para tomar Transantiago a esas horas – con algún grupo de amigas o de amigos. Generalmente gente muy gráfica para sus cosas y sin ningún recato.

4. Cuál es tu mejor manera de perder tiempo?
Tengo pocazo tiempo que perder, pero cuando logro agarrar algo de esa nada, me acuesto debajo de mi plumón y me quedo dormida leyendo. También me dedico a pintar bailarinas diminutas y gorditas con tutúes de colores. Mi pieza está plagada de ellas.

5. Cuál hubiera sido tu oficio ideal pero imposible?
Peluquera y maquilladora. Eso quería ser cuando era chica: mi mamá trabajaba en un laboratorio de cosméticos como secretaria y cada vez que iba a verla, me topaba con maquilladoras profesionales que tenían caras como de mentira, estiradísimas, perfectas, sin manchas, y andaban sus fabulosos maletines llenos de sombras de colores, pinceles y labiales. Alucinaba con ellas y sus cosméticos. Me quedaba pegada mirando cómo maquillaban, igual que en las grandes tiendas cuando alguna señora se sentaba en un stand de maquillaje a echarse una mano de gato. Lo mismo en la peluquería: hasta ahora me quedo hipnotizada viendo cómo cortan el pelo, cómo lo secan y lo peinan rápida y delicadamente. Pero lo único que he logrado en ese rubro por ahora es haberle cortado el pelo durante la media a mis compañeros que infringían el largo permitido en el colegio, en el baño de hombres, con tijeras de puntas redondas y los clientes, sufriendo como chinos. Y haber maquillado a un par de amigas medio ñurdas en esos asuntos, para matrimonios o fiestas. Sueño frustrado total.

6. Cuando haces zapping en la tele, en qué canal terminas cayendo siempre? Las teleseries nocturnas han destruido mi vida: como no tengo cable, tengo que conformarme con navegar por la tele abierta y al final siempre me quedo pegada hasta la hora del queso con alguna repetición de teleserie. Y eso es pésimo: al otro día ando arrastrando los pies de puro sueño.

7. Cuéntanos una manía insoportable que tengas.
Comer dormida es una enfermedad, así es que no vale. Pero me mastico los dedos groseramente y me dejo heridas horribles. Y por ningún motivo salgo de mi casa sin los ojos pintados, ni siquiera osaría hacerlo para comprar el pan. Me siento absolutamente desnuda sin pintura. Además, siento que sería un insulto para la humanidad salir con esa cara casi verde a la vía pública.

8. Cuál fue el último disco que compraste y la última canción que bajaste de internet?
El último disco que compré fue Confessions on the Dance Floor de Madonna. Son vestigios de una época en mi vida en que no confiaba en hombres heterosexuales y tenía sólo amigos gays. Ellos me traspasaron la devoción por Santa Madonna. Y la última canción que bajé fue Flying Away de Smoke City, que escuché por primera vez durante un viaje por el día a Temuco. Me pareció preciosa, ideal para viajar o quedarse dormida escuchándola.

9. Cuál ha sido tu mejor y tu peor cumpleaños, ¿por qué?
Mi mejor cumpleaños fue el número 25. Milagrosamente llegaron casi todos mis amigos a mi casa, a pesar de que en pleno febrero eso es misión imposible. Ya estaba acostumbrada a las bajas veraniegas o a pasarme el cumpleaños colgada del teléfono recibiendo saludos desde distintos litorales, pero para ese cumpleaños estaban casi todos. Y además, recibí el mejor regalo que me han hecho hasta ahora: una serenata sorpresa de un viejo amor. Ese recuerdo todavía me sirve de pomada en momentos de vacas flacas emocionales. El peor cumpleaños, creo que fue cuando cumplí doce, aunque no lo recuerdo con certeza: yo llevaba dos años insistiéndole a mi papá que quería aprender a tocar flauta traversa. Que me comprara una, que me comprara una, por favorcito. Pero él nunca me pescó, las ilusiones musicales se me fueron a guatapique y al tiempo me olvidé totalmente de eso. Pero para ese cumpleaños – repito, dos años después – mi papá llegó con una flauta traversa envuelta en papel de regalo. Y me dio tanta pena, que me puse a llorar como un barraco y se la devolví. Ahí me di cuenta de que mi padre era un hombre umplugged. Que no daba una regalando y que me escuchaba poco y nada. La noción de que yo siempre tendría que tapar esa falla suya, me entristeció ferozmente.

10. Cuál fue el primer libro que no pudiste soltar?
Cien Años de Soledad de García Márquez. Lo leí y lo volví a leer inmediatamente. Y así lo hice cinco veces más. El tema de la familia y sus cagazos, la madeja que se va desenredando ante tus ojos con inexplicable sabiduría y la magia de Macondo, me abrió la cabeza. Creo que hasta ese momento, sentía que podía haber imaginado lo que contaban los libros, pero la belleza de Cien Años de Soledad, fue algo novedoso, de un encantamiento que estaba fuera de mi alcance. Y me fascinó con locura. Tenía 12 años cuando lo leí y creo que después de Cien Años de Soledad, decidí que quería ser “una periodista que escribe”, como decía cuando niña.

* Pepa recibió en mayo de este año en Bruselas el tercer lugar por América Latina del Premio Lorenzo Natali -que entrega la Comisión Europea a periodistas que escriben sobre la defensa de los derechos humanos y la democracia, premio al que postuló entre otros 1500 periodistas de todo el mundo- por un reportaje que hizo para la revista Fibra sobre Mohamed, un somalí que se refugió por error en Chile.

Foto: Cristián Soto

Links relacionados: pepavalenzuela.blogspot.com, www.lun.cl

32 Comments

  1. ooo q buena onda ella!!!
    muy yo sus respuestas, explicando todo y ese libro, sí, lejos el más adictivo.
    además tb viví 7 años en marcoleta, cerquita de las torres de san borja asi q el centro para mi es mi pasado con bellos recuerdos.

  2. Rica ella!. Después de ese comentario machista, debo decir que siempre leo sus notas en la Paula (leí lo de su maña por comer dormida en esa revista). Antes leía su columna en la zona de contacto. Era buena esa columna.

  3. Yo la leia en la zona de contacto, tenia una columna, Grandes Exitos, que todavia se puede encontrar publicada… muy simpatica ella y la foto es muy buena

  4. Que simpática, concuerdo con todos.

    Nunca la he leído asi que voy abuscar por ahí sus columnas. Y muy freak su problema del sueño, quizás la solución sea no tener galletas en la casa, o comerá otra cosa?? o tener galletas integrales con fibra…no se XD

  5. a mi me gustaba mucho la de Grandes Éxitos… pero no logro recordar qué pasó con camboya… se separaban?

  6. yo igual la leía en la zona de contacto…era entretenido…
    me parece q en la foto tiene cierto aire a regina spektor..

  7. Muy bella la foto y muy entretenida la entrevista. Me da celos sus logros profesionales jaja, pero en buena 😀

  8. como que me cayó bien al tiro ella, como a todos parece y liiinda la foto (la que sale en el diario no me gusta mucho)

    Y ya cumplió 25… se ve mucho más chica!

  9. Ella es muy linda, muy capa y muy simpática. Debo reconocer que leo la revista Paula, en gran parte, por sus escritos. Me encanta :D.

  10. Pero si es ella!!
    Ojalá que lea este post! si es así, Pepa te cuento: yo estudio periodismo en la Diego Portales, y el semestre pasado,tuve de profesor a Enrique Ramírez Capello, y él nos contó, con el pecho inflado de orgullo, que fue tu profesor, y también nos comentó sobre tu reportaje. De hecho nos dió a cada uno una copia de él, y me tocó a mi leerlo frente al curso.
    Gracias a él te conocí,y de verdad aprovecho para felicitarte,porque a medida que lo leía, era inevitable no encantarse con tu manera de contar la historia.

    Bueno, aprovecho de repetirte la gran admiración que tiene el profe por ti, para mi sería un orgullo que este Neruda tuviera la mitad de las palabras que él tiene para ti.

    Ah! y muy buenas respuestas.

  11. Debo decir que junto con una entrevista exquisita, es preciosa la Pepa….

    Uno de sus seguidores desde la Zona y “placer culpable”, lun.com

    Saludos

  12. Yo siempre leó la columna de Pepa en el LUN, en especial una en que hablaba de la Kena Larraín y casi se morí de la risa.

    Me encanta la Pepa, en está foto se ve super bella y además se ve que es bien simpatica.

  13. esa producción fotográfica está tomada de una edición de revista fibra. igualita igualita.

  14. Pepa es total!!! me gusta mucho como escribe es un fiel reflejo de las mujeres del cuarto del siglo

  15. PEPA: ¿TE CASARÍAS CONMIGO?
    De un admirador secreto que te ama y adora por tanta belleza, inteligencia, onda y humildad.
    ERES UNICA, MUJER!!! Una en un millón…

  16. Me cae demasiado bien la Pepa, la encuentro una mina súper chora y cero poses de las que acostumbran a tener algunos famosillos por ahí.

    La empecé a leer antes de que la Zona tuviera formato de blog, y ahora la sigo por su página en blogspot. No sé por qué extraña razón me siento muy identificada con su historia.

    Abrazos a la Pepa.

  17. Que buena !! he leido tus notas en Lun y creeme que he comprado todo lo que recomiendas… y he obtenido buenos resultados hasta el momento.
    Saludos

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