Por Belén Leyton
El proyecto Neón Singles, de Neón ediciones partió con la publicación del cuento Helechos, de Catalina Infante. En 2018, la escritora publicó su libro de cuentos, Todos somos una misma sombra, en la editorial.
Catalina escribe, hace talleres literarios, da clases y maneja la Librería Catalonia. Está en cuarentena voluntaria desde marzo y espera que cuando termine la pandemia se cuestione el orden social, porque se ha evidenciado más aun la desigualdad en el país. Dice que este cuento condensa sus miedos y “por otra parte es un relato íntimo de cómo funciona una familia en el encierro. Cómo la mujer necesita un espacio propio y está representado en la naturaleza. Esta mujer necesita libertad, poder huir”.
¿Cómo nació el proyecto de Neón Singles?
Yo había escrito este cuento, Helechos, que está inspirado en la pandemia. Lo escribí en marzo o abril y le propuse a María Paz Rodríguez, mi editora y amiga, publicarlo. Me pareció que podía ser entretenido. Mientras conversábamos surgió la idea de invitar a otras escritoras para hacer una colección. La María Paz hizo el proyecto, empezó a reclutar escritoras que le gustaban y las invitó a participar con un cuento.
Además, le pareció una buena idea difundir literatura chilena escrita por mujeres y que la gente tuviera acceso gratuito durante una semana.
¿Cómo te inspiraste para hacer este cuento?
Estoy encerrada, como todo el mundo, con muchas incertidumbres y miedos. Estamos en una adaptación constante y eso genera inestabilidad. Creo que este cuento condensa todos mis miedos.
Siempre me ha gustado mucho la distopía. Me imaginaba cómo podía ser una situación un poco de ciencia ficción, pero muy real. Estos momentos de crisis pueden derivar en gobiernos más totalitarios y en una pérdida de libertad. Por otro lado tenemos la desinformación y la falta de credibilidad en las instituciones. En fin, todos esos temas se me iban cruzando.
¿Te gusta mantenerte informada sobre lo que está pasando fuera?
Soy de las que me gusta saber, pero con el estallido social aprendí la importancia de ser selectiva con la información. Hay que tener autocuidado y no angustiarse, porque las cosas que pasan fuera son superfuertes. Hay que poner la cabeza y energía en otras cosas también, en lo que se pueda, sobre todo si uno tiene el privilegio de quedarse en la casa y estar estable, que no es la situación de la mayoría.
¿Qué haces en el encierro?
Tengo una vida superrutinaria, porque tengo un hijo. Llegamos a una rutina de turnos para trabajar y estar con él. Es parecido a lo del cuento, pero sin ir tan allá. Mis días son muy estructurados y eso me ayuda a mantener la calma. Creo que ese es un buen consejo: tratar de llevar una rutina y una estructura te hace sentir menos inestable, puedes controlar algo dentro de lo poco que se puede.
Y tengo harto trabajo: hago clases en la universidad, talleres literarios; no es tanto el tiempo libre.
¿Cómo se divide el trabajo y la creatividad?, ¿cómo se separan los espacios?
He logrado tener un trabajo que tiene vínculo con mi oficio de escritora; le doy mi creatividad al resto. Entonces el espacio de creación personal es poco, lucha con otras cosas, como con el cansancio, con que uno quiere ver una serie o se queda pegado en Instagram. Pero es un lugar de descanso. Es como ir a la montaña a buscar helechos. Esa es mi montaña, es un espacio necesario y trato de hacerme el tiempo porque lo necesito.
¿Qué haces en esos espacios?, ¿qué estás leyendo?
Me acabo de terminar Siete casas vacías de Samanta Schweblin, una autora argentina que me gusta muchísimo y me inspira. Ahora estoy leyendo Conversaciones entre amigos de Sally Rooney. Llevo como la mitad y me está encantando. Últimamente leo a muchas mujeres.
Y, además, leo cosas para los talleres, para darles lecturas a mis alumnos. Les doy harta literatura chilena, escritores que han estado publicando cuentos como en Neón singles.
¿Qué va a pasar con la colección de Singles?, ¿lo van a publicar cuando termine la pandemia?
Es una idea que está dando vueltas. Hay gente que pregunta cuándo sale en papel. Sería muy lindo, porque me gusta mucho el grupo que se dio. Yo las admiro a todas. Sería un honor estar en una antología, pero parte de las incertidumbres es qué va a pasar con el mundo editorial y con los libros.
Sé que la mayoría de las editoriales tienen cerradas sus publicaciones por este año. Cuándo vamos a poder retomar la industria y que sea rentable publicar un libro en papel, no lo sé. Pero sería bacán concretarlo.
Publicaste otro cuento en la Revista Velvet.
Sí. Pertenezco al colectivo Auch!, que lo conformamos hace un año y tiene casi 100 escritoras, y una de las miembros, Lenka Carvallo, trabaja en la revista y nos dio un espacio para publicar pequeños relatos que tienen que ver con la pandemia.
¿Cómo te inspiras y escribes en un momento así?
Como estamos encerrados, la única manera de mantener la salud mental es hacer lo que a uno le gusta. Y cada uno tiene su lenguaje, este es el mío. Es una forma de dialogar con la realidad. En el estallido social, me dediqué a escuchar y dejar que otras personas hablaran, pero esta vez siento que todos estamos viviendo el mismo riesgo. Si bien estoy en una situación privilegiada, es una experiencia más transversal.
Sin embargo, es un proceso diferente para todos. Por ejemplo, Mariana Enríquez hizo una columna donde habla de eso, de que no puede decir nada ahora porque está bloqueada, está asustada, le pasan muchas cosas y no puede escribir. Creo que son diferentes reacciones a un mismo fenómeno.
Además, la autora está haciendo talleres literarios continuamente, para más información consultar en [email protected] y en su Instagram @catalinainfantebeovic.