por Cristóbal Carrasco*
Suena extraño aceptar que el primer libro sobre el terremoto del 27 de febrero haya sido escrito unos pocos meses después, haya sido editado primeramente fuera de nuestras fronteras y que, por último, no haya sido escrito por un chileno. Y parece inverosímil no porque quiera hacer ostentación de mi latente ánimo nacionalista, sino porque, estadísticamente, parecía más fácil creer que sería un chileno quien haría esa tarea.
Pero fue Juan Villoro, escritor mexicano, quien dio el primer paso. En esos días de febrero, se realizaba en Chile un congreso de literatura infantil, y era Villoro, autor de la novela ganadora del Premio Herralde El testigo, y de ese gran libro sobre fútbol llamado Dios es Redondo, uno de los invitados más importantes. Luego de terminar una de las sesiones del congreso, Villoro volvió a su hotel, y en la medianía de su sueño, comenzó el terremoto. El escritor mexicano dio, unas semanas después, las primeras impresiones de ese evento en el diario El Mercurio, pero no sería sino hasta finales de año cuando lanzaría 8,8: El miedo en el espejo, el libro que reúne crónicas, ensayos y relatos sobre el sismo de febrero y que hoy ya está en Chile gracias a la editorial Diego Portales.
8,8… es, en gran medida, un libro necesario. No sólo porque da cuenta de una sensación común sobre los efectos del movimiento telúrico (lo siento, tenía que ocupar ese cliché), sino porque amplía sus versiones y lo vuelve un hecho inagotable: Villoro salta de la crónica más pura hasta el relato ficcionado de una pareja, pasando por sus recuerdos de los terremotos mexicanos, cruzando todo, casi al final de las 90 páginas del libro, la crítica literaria de El terremoto en Chile, el famoso relato de Heinrich von Kleist. Y en ninguna de estas áreas, Villoro yerra. Pero al mismo tiempo, dejando su asertividad como cronista de lado, la conclusión de este libro es, para Villoro, una cuestión de necesidad: en alguna parte de su libro lo leemos diciendo «no he podido escribir nada más que del terremoto este tiempo» y yo no sé si alguien, en este país, sea capaz de decir eso por todos nosotros mejor que él.
*zancudo invitado
Suena muy interesante, conocer el punto de vista de un extranjero sobre una catástrofe en Chile (y tan “a la chilena”) me gustaría leerlo…
me quitaste las palabras…estaba pensando exactamente lo mismo