por María Birkholtz
Crecimos con la imagen de que las mujeres podemos hacer mil cosas a la vez con perfección. Nos venden esta idea en todas las partes. Me di cuenta de esto cuando el año pasado el profesor inglés se hizo famoso al no saber manejar a su hija entrando en la oficina mientras daba una entrevista por Skype a la BBC. Hicieron una parodia “¿y si fuera una mujer?”. La mujer estaría dando la entrevista, cocinando, tomando la niña en los brazos, ayudándola en la tarea, y tantas otras cosas.
Y ahí pensé: ¡me identifico mucho más con lo que pasó al profesor, que con la versión femenina! De hecho, irónicamente, hace poco estuve en una situación muy similar, cuando trabajaba desde la casa y mi hija se metió al teléfono durante una reunión telefónica. El hecho es que llegué a una fase de mi vida en que efectivamente debo hacer mil cosas a la vez. Pero esto no significa que: 1) me guste 2) sea buena en eso 3) sea un don innato.
Tengo un matrimonio que podríamos decir “no tradicional”, pero que cada vez se ve con más frecuencia. Trabajo fuera, mi marido trabaja desde la casa y, por ende, está mucho más cerca de las tareas hogareñas. Y aun así, me autoimponía el mito del “multitasking”. Tengo que estar pendiente de todo. Tengo que resolver todo. Mi marido insistía: compartamos tareas. Pero aunque la compartíamos, sentía la necesidad de “supervisar” que todo había sido bien hecho. Era como si, para validarme como mujer, tuviera que ser así.
El tema es que he fallado más de una vez en eso, especialmente después que nació mi hija. Quería hacer todo, y hacerlo perfecto. Y las veces en que algo se me olvidaba, era un motivo de stress. Colapsaba con frecuencia, me autoflagelaba, me cuestionaba como mamá. Y al querer hacer mil cosas a la vez, finalmente no me concentraba y no avanzaba.
Hasta que pensé: no quiero que mi hija crezca con la imagen de que su mamá está constantemente sobrepasada.
Así que empecé a trabajar en esto de asumir que no soy una mujer multitareas por naturaleza. Claro que puedo hacer varias cosas a la vez, pero buscar la perfección y la eficiencia está dejando de ser mi gran paradigma. Y en ese sentido, contar con el apoyo y la confianza del compañero, es fundamental, al menos en mi caso. Esto es un proceso de autoconocimiento que finalmente te permite aceptar tus límites, desarrollarte como persona y crecer como pareja.
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Foto: STIL
Me carrga ese mito, siempre lo escucho de mujeres que lo dicen para autoconvencerse de que el marido no hace tanto trabajo domestico como ella por una cosa natural… Que él necesita concentrarse en una sola cosa, en cambio ella, por ser mujer, puede hacer mucho a la vez.
Este mito surgió, yo creo, cuando las mujeres empezamos a trabajar fuera de la casa. Y los hombres no estuvieron a la altura con las tareas domésticas, entonces a la mujer no le quedó otra que ser multitask, porque alguien tenía q encargarse de los niños, alguien tenía q hacer el aseo, y ese alguien no era el marido asi que no le quedaba otra no más.
100% identificada, siempre he dicho a modo de chiste que soy hombre porque en algunas tareas necesito full concentración y no puedo poner atención en nada más, pero cómo bien dices ese es un mito!!! No todas somos así, no nos nace hacer mil weás, lo hacemos porque compramos esa idea publicitaria de que para ser una mujer “actual, moderna, multifascética” tienes que podertela con todo sino que penca eres.