Por @millakempj
“PRISCILLA”
“Priscilla” está contada desde dos sentires, o, porqué no, dos Priscillas. La primera, una Priscilla propia de una coming-of-age, que experimenta la fantasía adolescente de ser deseada por el hombre más famoso del país. La segunda, una Priscilla de privilegio, pero sin poder, obligada a ser la sombra de alguien que ni habita la casa que la tiene de prisionera.
El primer tercio de la película me enterneció tanto que debía mirar hacia otro lado en el cine porque verlos a ellos conversar me ponía nerviosa. Casi tan nerviosa como una niña de 14 años que de pronto tiene a Elvis Presley llamándola por teléfono todos los días.
Cuando Elvis vuelve a Estados Unidos desde Alemania, Priscilla se baja del auto y nuevamente se camufla con el millar de fanáticas de su novio. El primer gran golpe de realidad.
La película continúa reviviendo momentos que cada vez se sienten más dolorosos. Desde la primera vez que Elvis le dijo que los estampados no le quedaban bien, hasta verlo lanzar una silla en su dirección producto de la frustración de no conectar creativamente con ninguno de los demos que le envió el sello. Oh, el ser un artista torturado.
La película termina cuando Priscilla abandona Graceland, lo que me dejó con un mal sabor en la boca sobre si está película en realidad era sobre Elvis. Pero no, “Priscilla” es una joya por lo que es, es decir, la historia de la larga relación entre Priscilla y él, experimentada a través de ella.
“BURN BURN BURN”
Este es el tipo de cosas en las que habría basado cada aspecto de mi personalidad si hubiera accedido a ellas en el colegio.
La película es casi tan cursi como Skins y Bajo La Misma Estrella al mismo tiempo. Pero ojo, sin los menores de edad. Esporvoreale un par de canciones dignas de Horizonte 103.3 FM sobre el melancólico paisaje británico y “Burn Burn Burn” siente como estar en casa.
“HOW TO HAVE SEX”
Si esta película se te pone en frente, está prohibido no verla. Es muy divertida, sí, pero también es clave para entender la experiencia de ser una mujer joven.
“How To Have Sex” te dará nostalgia y te hará reír, pero también despierta emociones intensas de pena y rabia. Es fácil sentirse ahí cuando la estás viendo, para bien y para mal. Desde el olor a Pallmall Click verde con piscola hasta el miedo de que un chico te diga “¿Vámonos para otro lado?”.
No soy madre ni pretendo serlo, pero si hay una película que recomendaría a padres y madres, es esta.
“TENGO SUEÑOS ELÉCTRICOS”
Me choca estar ante un personaje que está pasando por la pubertad o temprana adolescencia, especialmente cuando todo lo que dice, toca, huele y ve está tan bien desarrollado en la pantalla.
En ese sentido, “Tengo Sueños Eléctricos” me incomodó tanto como “Water Lillies”, excepto que a la primera hay que situarla en un contexto de subdesarrollo, misoginia y adultocentrismo latinoamericano. Esto la vuelve una película difícil de ver a ratos. Hay miradas, momentos y conversaciones que pueden sentirse curiosamente personales.
De boca en boca y a través de mis redes sociales, se me había alimentado una fantasía de lo que era Costa Rica. Su reputación de ser el país más pacífico o feliz del mundo se esvanece cuando caemos en cuenta de que historias como la de Eva existen. Fui demasiado ingenua de creer que terminaría de verla y me quedaría con un final optimista.
“SICK OF MYSELF”
Normalmente odio las películas medias grotescas como esta, pero el hecho de que también sea una comedia me hizo amarla de una forma extrañísima.
El personaje de Signe es una versión más sofisticada de Love Quinn de You, por ejemplo, pero no tan retorcido (¿o quizás si?) como Annie Wilkes de Misery.
Así como Fallen Leaves me dejó pensando en la simplicidad y la ternura humana y animal, Sick Of Myself me dio una razón más para borrar todas mis redes sociales y empezar una vida off the grid.
“A TIGER IN PARADISE”
Ya, sí. Quizás me retracto un poco de decir que la música de José González es fome. Esta película me lo vendió como me lo tenía que vender.
A Tiger In Paradise es un tierno y colorido viaje dentro de la mente del músico sueco-argentino, los misterios que lo inquietan, cómo digiere su entorno y cómo convierte eso en una canción. De pasada, es una invitación a que nosotros nos hagamos esas preguntas también.
La película no lo convirtió en mi nuevo músico favorito, no. Pero sí consideré guardarme un par de horas para volver a escuchar “Local Valley” desde su lírica y las historias que cuenta, más que en busca de mi nuevo tema favorito.
“VOLVER”
Nada de lo que yo escriba sobre la fotografía, producción, dirección o soundtrack de “Volver” le hará justicia, ya que no manejo los términos. Además, todo está dicho.
Sin embargo, puedo decir que es la historia perfecta para mí, que curé mi existencia en torno a las mujeres. A mi madre, mi polola, mis tías y mis amigas. Compartimos un universo común de decepciones y nos transferimos (¿con amor?) las cargas de aquellas que nos precedieron.