Cada chileno genera poco más de un kilo de residuos en promedio al día, llevando con esto, penosamente, el primer lugar en Latinoamérica. Para hacer cambios reales en el medioambiente hay que hacer cambios radicales, como ha sido la prohibición legal del uso de bolsas plásticas en el comercio o reemplazar las bombillas por bambú, acero, vidrio (o nada).
Lo que comemos y los contenedores de las cosas que comemos tienen una relevancia muy alta en el círculo de la contaminación, ya que aunque vemos que los supermercados nos hacen comprar bolsas de papel o tela, nos siguen entregando las verduras envueltas en plástico alusa y plumavit, por dar un ejemplo de poca consistencia
Plataformas de innovación como Co-Inventa, aportan con la investigación y desarrollo de envases y embalajes que generen un menor impacto en el medioambiente. Rodrigo González, gerente general, explica sobre la tendencia zero waste que “los adeptos a este movimiento fabrican sus propios utensilios de aseo, utilizan servilletas de género, andan en bicicleta y prefieren formatos reutilizables al momento de consumir alimentos”.
Vivir Zero waste
El Zero waste es un autocompromiso para reducir la huella en el planeta viviendo con menos cosas y preocupándose por el medioambiente, integrándolo como forma de vida. integrándolo en su forma de vida de las siguientes maneras:
• Rechazan lo que no necesitan.
• Reducen su consumo solo a lo estrictamente necesario.
• Reparan artículos electrónicos, ropa, entre otros, fomentando también el trabajo de los oficios locales.
• Reutilizan, cambiando los desechables por alternativas reutilizables y compras de segunda mano.
• Reciclan aquello que no pueden rechazar, reducir o reutilizar.
• Compostan o descomponen.
• Ponen especial atención a la reducción del plástico de un solo uso debido al impacto medioambiental tan grave que este genera.
¿Cuántos de estos principios es posible poner en práctica real?
