La vida mentirosa de los adultos

La vida mentirosa de los adultos, la nueva novela de Elena Ferrante

“Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea”, es la primera frase de “La vida mentirosa de los adultos”, la novela más reciente de Elena Ferrante, seudónimo de la misteriosa escritora italiana que no se muestra y algunos suponen hasta que es hombre.

La vida mentirosa de los adultos, la nueva novela de Elena Ferrante 1Por Ximena Torres Cautivo

“Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea”, es la primera frase de “La vida mentirosa de los adultos”, la novela más reciente de Elena Ferrante, seudónimo de la misteriosa escritora italiana que no se muestra y algunos suponen hasta que es hombre.

Con esos dos ganchos –primera frase y título– es imposible sustraerse a la magia y no seguir leyendo, más si ya se conoce la saga de las “Dos amigas”, conjunto de cuatro novelas ambientadas en el Nápoles, de los años 50, que es realmente magistral.

Ahora Ferrante sigue en Nápoles, ciudad pericolosa, caótica y tan segregada como Santiago, pero con mar, que siempre será otra cosa en materia de ciudades. Este es un Nápoles contemporáneo y la protagonista –mujer, como las dos amigas que le han dado fama mundial– es una adolescente, Giovanna, hija única de una pareja de intelectuales, contenidos y compuestos, que luchan por dejar atrás la modestia de su origen familiar. El padre, en especial. Acá, toda la trama no toma más de un par de años; es el paso de la pubertad a la adolescencia.

Esos son los personajes centrales de una historia cruzada por una pulsera, una joya misteriosa que ha sido robada, devuelta, perdida, recuperada y que dota a quien la tiene, en la imaginación de Giovanna, de una luz especial, de una belleza incandescente, aunque también puede desencadenar la ruina de quien la lleva.

No piensen en una joya carísima; puede que sea apenas una buena bisutería y tampoco piensen en ladrones profesionales. La pulsera es el tesoro estético de una familia pobre, robada por el hijo a la madre enferma para regalársela a la mujer amada, que luego va pasando de muñeca en muñeca.

Tan inteligente y sensiblemente femenino es todo el universo de reflexiones de Elena Ferrante, que da ira napolitana pensar que alguien haya aventurado que el seudónimo esconde a un autor masculino. En “La vida mentirosa de los adultos” están contenidos temas como el despertar sexual, en el más amplio de los sentidos, lo que incluye sentirse o no atractiva. No por nada la tremenda frase inicial de la novela –“Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea”–, es el catalizador de toda la trama.

También están presentes la relación con los padres –padre y madre–, la conciencia social y de clase, el amor y la infidelidad, la fe religiosa. Todo narrado desde la óptica de una joven inteligente y sensible que ha sido golpeada al descubrir las mentiras o las medias verdades de los adultos, junto con las complejas relaciones familiares y los juicios y prejuicios de una sociedad clasista, lo que se revela poderosamente en el habla.

No hablo italiano, pero ya en “Dos amigas” me quedó clara la diferencia entre el italiano culto y el dialecto, el napolitano, lleno de slang, de palabras soeces, desechado como lengua oficial precisamente en los años 50 del siglo pasado, que Giovanna adopta como una provocación, como una búsqueda de la identidad, de una rama familiar perdida o escondida por un padre que se le empieza a caer a pedazos desde el altar de la admiración.

Giovanna ensalza esa jerga brutal, miente, provoca, se defiende, sufre, va perdiendo irremediablemente la inocencia y acompañarla en ese recorrido es tan doloroso como desafiante. Y no les hablo de Vittoria, la tía paterna, personaje entrañable y detestable. Humano y central en una historia que se acaba de sopetón, dejándote con ganas de más Ferrante.