Chimamanda

La flor púrpura de Chimamanda Ngozi Adichie

Conocí a Chimamanda Ngozi Adichie con su popular y viralizada TED Talk llamada Todos debiéramos ser feministas. Cuando la escuché y la vi, tan amable, tan cercana, tan certera, no sabía que había escrito cuatro novelas y que, la primera de ellas, La flor púrpura, llegaría a mis manos meses después.

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POR SUR
Conocí a Chimamanda Ngozi Adichie con su popular y viralizada TED Talk llamada Todos debiéramos ser feministas. Cuando la escuché y la vi, tan amable, tan cercana, tan certera, no sabía que había escrito cuatro novelas y que, la primera de ellas, La flor púrpura, llegaría a mis manos meses después.

Entrar en el mundo de La Flor Púrpura fue sentirme, desde cierta perspectiva, una completa extraña. Soy totalmente ignorante de cómo funcionan las sociedades africanas, la de Nigeria particularmente en el libro, cuáles han sido sus conflictos políticos, cómo visualizan los temas de género y de la religión. Además, está el retrato de este núcleo familiar, tremendamente patriarcal, centrado en un catolicismo ultra conservador, credo bastante ajeno a aquel con el que crecí.

Pero entre tanta extrañeza, estaba Kambili. La más protagonista de las protagonistas de la novela. Una chica que adora a su padre en la misma medida en que le teme. Una chica que de no querer decepcionar a nadie se decepciona a ratos a si misma. Kambili, la chica que sin buscarlo conoce otro mundo y rompe su coraza, me metió en la novela. Me hizo olvidar la distancia con todo lo descrito para recordarme que todas somos hijas/sobrinas/nietas de alguna mujer maltratada. Ella también me hizo recordar el traspaso a la adolescencia, de la pérdida de la inocencia, de la necesidad de libertad por el que sí atravesé.

La flor púrpura es una novela con momentos muy alegres, casi todos asociados al personaje de Ifeoma, pero también tiene escenas durísimas, de mucha violencia y dolor. Siento que las horas de lectura de La flor púrpura fueron un regalo en estos tiempos en que tanto me cuesta leer.