Sebastián Sepúlveda tiene un acento algo irreconocible al hablar. Así me entero de que es de Concepción, pero de familia exiliada, por lo que vivió en siete países antes de llegar a Chile en la época de la universidad, donde estudió historia ya pensando en dedicarse al cine. Cuando vio Cobra Verde de Herzog decidió que quedaba tan enamorado cada vez que veía películas, que ese tenía que ser su oficio. “Yo quería estudiar o en la escuela de Cuba o en La Fémis y las dos pedían que uno tuviera estudios universitarios, entonces Historia era una manera de acercarme a la narrativa; me daba mucho susto porque yo pensaba que el cine era para gente muy inteligente (risas), pero en realidad me di cuenta después muy rápidamente que no jaja”.
Después de trabajar como montajista (El año del tigre de Sebastián Lelio), de guionista (Joven y alocada de Marialy Rivas) y de hacer el documental El arenal, Sebastián Sepúlveda estrenará este jueves 11 de septiembre su película Las niñas Quispe, basada en la obra Las brutas de Juan Radrigán, en la historia de las hermanas Quispe, y sobre todo en la silenciosa vida en el altiplano de La Tola, 190 kilómetros al interior de Copiapó.
Las niñas Quispe también tiene algo de documental… ¿te atrae especialmente contar historias reales?
No, me gusta hacer películas, el chiste es que el documental es de cierta manera el cine de los pobres, porque claro, la ficción es muy bonita, pero tienes que tener el dinero para reunir a 15 personas que salgan de sus vidas y eso realmente requiere un nivel de dinero que el documental no requiere, entonces me metí al documental mucho por eso, también me gustaban, pero la fascinación por la ficción siempre ha estado. Era la manera más económica de poder hacer cine.
¿Es verdad que nunca viste Las brutas?
Jamás.
¿Y cómo conociste la historia de las hermanas Quispe?
La había escuchado porque cuando llegué a Chile el 2008 la gente hablaba de esa historia y yo decía “qué rara esa historia, qué raros estos chilenos que les interesan estas tres señoras metidas en el monte”, el sentido del cuento no lo captaba mucho, y hablé con Juan y Pablo (Larraín), los productores, y leí la obra y me emocionó mucho, las dos hermanas hablando cuando están decidiendo qué hacer con su vida… Esta película mucha gente ha querido hacerla, y leí la obra y dije bueno aquí hay un material emocional y de una extrañeza que me interesa. Para mí lo peor como cineasta sería decir “voy a contar una historia que entiendo perfectamente y voy a darles el discurso al espectador de lo que quiero hacer con esto”, lo interesante para mí era que era una historia de la cual todavía no captaba mucho el sentido y que me quería aproximar de esa manera. Juan me dijo por qué no vas al lugar y cachas la onda, y fui un solo día y fue un viaje espacial, no hay otra palabra, porque este lugar es un mundo como de Marte, además uno llega apunado entonces observas todo con una distancia terrible. Fui con gente colla que me llevó y todo era un mundo de la edad de piedra, de cazadores recolectores y yo decía qué es esto; además vimos un puma en la mitad del día, que es una cosa rarísima, eran todas imágenes de un imaginario bíblico, entonces yo dije “esta historia en este espacio es una película que vale la pena hacer”.
¿La Tola es como se ve en la película?
Exactamente. Ya casi no hay nadie. En una época en las 26 mil hectáreas de la comunidad había varias familias, pero ahora quedan dos familias y de vez en cuando algunas mineras. Con los militares y la prohibición de la dinamita y el pastoreo y la venta de queso sin certificarlo cerraron la forma de vida en la montaña.
¿Qué es lo que opina, por ejemplo, Digna Quispe (una de las protagonistas y sobrina en la vida real de las hermanas Quispe), de las conclusiones que se han sacado sobre las tres hermanas?
Yo creo que es muy abstracto para ellas el impacto, porque querría decir que ellos tienen una noción concreta de lo que es este mundo de acá, y la idea de ellos de este mundo es muy abstracta. Digna vive actualmente en una ruca que aparece en la película.
¿A ella la conociste ese día?
No, cuando decidí hacer la película me fui a vivir dos meses allá, a acompañarlos en sus faenas, dormía en una carpa y con los -15 en la noche era duro. Al principio fui con mi chica y después me quedé solo, pero al lado de la construcción de la casa de la famlia Segundo Araya, el que vende la ropa en la película. Él conoció a las Quispe y de hecho tuvo una historia de amor con Luciana Quispe, entonces me parecía muy bonito jugar con la ficción y la realidad y documentar esa gente que sí conoció a las Quispe, que sí tenía algo que ver con toda esa historia, filmar sus rostros y su forma de hablar, esa realidad; había algo de poetizar y de ficcionar y otra parte que es documentar espacios y un modo de vida que es totalmente desconocido y totalmente invisible en este mundo en que todos piensan como un mall.
Después de ver la película me pregunto cómo se puede contar esta historia sin estar ahí.
Justamente Las Brutas es una lírica y una musicalidad de las palabras, y esto es más una musicalidad del espacio y los rostros en este espacio… yo nunca determiné hacer una adaptación; encontré una historia que se basa en la realidad y a partir de esa historia empecé a preguntar esas cosas que no están en la obra, otros personajes, empecé a meter cuestiones de la vida de ellas, las campanitas anti violación, todo ese tipo de elementos que aprendí allá. Utilizo un texto que me parece que tiene cosas muy lindas y muy hermosas, pero lo llevo a otro espacio porque si no no voy a hacer una película, y yo además soy muy ignorante, nunca voy al teatro, entonces no me interesa hacer teatro filmado porque no es mi rollo, a mí lo que me interesan son las películas.
¿Los dos meses que viviste allá estabas ya trabajando en la película?
Nada… Tomaba tecito, pensaba en la vida, preguntaba, pensaba, veía cómo comían, lo que hablaban, todo lo que no hablaban, y de esa manera iba desarrollando una idea de cómo podrían hablar ellas y de qué es la soledad en un espacio así, qué es una cierta nostalgia de la vida en un espacio así, de qué es, como dicen ellas, “la enfermedad”, que es una especie de depresión, ellas tenían “la enfermedad”. Y en el archivo judicial es muy loco, era Milton Juica el que lo llevaba, y decía “ellas murieron por soledad”, algo súper poético en una cosa policial, era muy interesante eso.
¿Cómo te aceptaron esos dos meses?
Yo hablé con alguien que era como la jefa de la comunidad de ahí, y a ella le parecía muy interesante que se hiciera la película porque de alguna manera le íbamos a dar un eco en la ciudad y eso iba a permitir que hubiera un reconocimiento de que esas tierras son collas.
¿Cuándo pensaste en Digna y en Segundo Araya como actores de la película?
De repente dije voy a hacer la película con actores y con no actores, y fue una discusión con los productores, porque lo simple era ir con pura gente de Santiago, pero yo dije “dificultemos todo esto” jaja. Ahora suena relativamente simple, pero Digna es una pastora de cabras que la primera semana no llegó porque estaba a 5 mil metros buscando los 8 burros que se le habían perdido, entonces era una cosa de que en cualquier momento ella podía desaparecer, o al marido podía no gustarle que ella estuviera haciendo la película -cosa que pasó- porque claro es un mundo muy machista. Y bueno les dije a las actrices que ellas tienen que ser hermanas de la otra, entonces tienen que acoplarse a la forma en que Digna es, ese es el trabajo, y eso es muy difícil porque hay que poder interiorizar el silencio altiplánico, y de alguna manera al principio había más un juego de campesinado chileno y yo decía no, esto no es el campo de la Sexta Región, esto es el altiplano, es otro espacio. Siento que al final cuajó, al menos afuera mucha gente no sabe quién es Cata Saavedra y Pancha Gavilán, y no sabían quién era actriz y quién no era actriz… a mí me interesa que haya algo orgánico, algo de verdad.
¿Cómo le propusiste a Digna ser una de las protagonistas de la película?
Me dio pánico porque ella es súper dura, no sabía cómo decirle, y le pregunté a un colla en la ciudad y me dijo “usted sabe lo que le gusta a Digna? A Digna le gusta la plata”, entonces yo dije ah buenísimo, de alguna manera tengo algo que puedo ofrecerle. Ya le había pedido, por respeto, permiso a ella y a toda la familia para hacer la película, y después fui y ella me dijo “usted ya hizo su película?” y yo le dije que no, que de hecho quería preguntarle si quería participar, que ganaría lo mismo que los actores, y me dijo “yapo”. Después fue más complicado (risas).
¿La piedra en la que se cuelgan y la ruca en la que vivían eran los reales?
Sí, siempre quise ocupar esos espacios. Son públicos pero también son de la comunidad colla, y la idea es que no solamente quería documentar los espacios sino hacerlo para que, al saberlo, uno pueda vivir imaginariamente el espacio en sí, hay algo que me parecía muy bonito de estar viviendo ese lugar.
Un elemento muy importante es que si te das cuenta en la película siempre son ellas dentro del espacio, jamás es el espacio solo, salvo en los últimos dos planos. Se trataba de lo que a ellas les sucedía en ese espacio, no es el espacio solo por sí mismo.
Leí que las violaciones son una realidad más fuerte incluso de lo que se ve en la película.
Sí.
¿Por qué decidiste mostrar sólo una parte de eso?
Yo sentía que todo es muy terrible en la película, entonces no quería cargarla aún más, porque si no entraba en una especie de melodrama desagradable y yo sentía que ya solamente con que Justa contara esa violación de esa manera había algo que iba a suponer lo que eran los hombres en ese espacio. Una campanita te está diciendo que en realidad todas las relaciones sexuales se dan así: si un hombre se acerca y la mujer no le muestra el cuchillo, entonces puede. Es así. Segundo me decía que él cuando quería con una chiquilla se acercaba gateando, y si le mostraba el cuchillo no quería, y si no se lo mostraba quería. Es un mundo donde a las mujeres las laceaban para violarlas, entonces la vestimenta es un mundo donde ellas son mujeres pero hay algo cortado, los hombres las habían llevado a eso, a ser mujeres que se tapan.
¿Por qué le pusiste a la película “las niñas” Quispe?
Las niñas es la forma en la que la gente que las conocía las llamaba, es la forma de utilizar el lenguaje de la gente que las conoce, de una forma horizontal. Por eso el que viene a vender dice “no vi las cabras y dije pucha, la niñas Quispe también se fueron”. Con el fotógrafo hablamos de filmar como si fuéramos la cuarta hermana.
¡Qué ganas de verla!