Natalia Lafourcade en Chile

Natalia Lafourcade en Chile: ritual latinoamericano

En la primera parte del show, Natalia Lafourcade permanece sentada en una silla de respaldo ancho, antigua, sobre el faldón negro y enorme de su vestido.

Natalia Lafourcade en Chile

Por Lala, fotos Erick Valero

A este mundo vine solita/ solita me voy a morir

cuando camino solo respiro /percibo conmigo, valientes, mis pies

El 29 de abril de 2018 fue la última vez que Natalia Lafourcade se presentó en vivo en Santiago, en el Teatro Coliseo. Entre ese día y el 16 de agosto de 2023 pasaron muchas cosas en su carrera. Se tomó un receso de los escenarios y las grabaciones, para dedicarse a apoyar la reconstrucción del Centro de documentación del Son Jarocho (dañado luego del terremoto de 2017), que significó la organización de conciertos y el lanzamiento de dos discos –Un canto por México I y II–  cuyas ganancias fueron directamente al trabajo realizado con el Centro de documentación, así como a la reconstrucción del centro cultural de Veracruz.

En 2021 grabó Un canto por México (El Musical) y el año pasado lanzó su último disco de estudio, producido por Adán Jodorowsky: De todas las flores (que tiene un podcast en Spotify donde abre y comparte su proceso de creación, canción por canción): un disco íntimo, personal, escrito en medio de la oscuridad de la crisis, la pérdida, la soledad, el dolor; y también de la luminosidad del reencuentro con las raíces, la tierra, los vínculos, los amores.

Baila conmigo ligero, ligero

viento, hoy necesito un abrazo / que rompa el hielo

La presentación de este disco no podía ser diferente. El concierto de la semana pasada en el Movistar Arena fue un viaje, un tránsito colectivo, desde la oscuridad hacia la luz. En la primera parte del show, Natalia Lafourcade permanece sentada en una silla de respaldo ancho, antigua, sobre el faldón negro y enorme de su vestido. Es una aparición quieta y serena que nos mantiene en esa misma sintonía: respirando lento, sintiendo cada acorde, emocionadas con cada nota.

Así, recorrió las 12 canciones de su último disco: Vine solita, Que te vaya bonito Nicolas, De todas las flores, Pasan los días, Llévame viento, El lugar correcto, Pajarito colibrí, María la curandera, Caminar bonito, Mi manera de querer, Canta la arena, Muerte; acompañada de las visuales que son también las imágenes del disco, en blanco y negro.  Y dos momentos: el temblor en la mitad de Llévame viento; y el final de esta primera parte, con Natalia cantando Muerte, mientras camina de un lado a otro del escenario, levantando y enrollando el faldón negro; luego en el suelo, enredándose en él, acomodándose dentro de un capullo del que, luego, emerge empujada por la música:

Muerte de haber mirado a la muerte

es que hoy camino la vida  / con la fe y el alma encendida

En la segunda parte, con otro vestuario y visuales llenas de color, nos regala canciones de distinta autoría: su versión de Cien años, de Pedro Infante, y Tonada de luna llena, de Simón Díaz; para continuar en la compañía de Manuel García, con quien canta Qué he sacado con quererte y Gracias a la vida, ambas de Violeta Parra, recordando así su conexión con Chile –su padre, Gastón, es chileno, hermano del escritor Enrique Lafourcade–. Natalia habla con suavidad. Se emociona, nos invita a que la música se lleve la pena, a reunirnos en torno al fuego de sus canciones. Y es quizás este guiño, esta seña que hace a la música latinoamericana en la madurez de su carrera, el rescate de los sonidos de un continente rico en ritmos, en lenguajes, lo que ha terminado de consolidar su talento. Ese día de abril de 2018 cantó frente a unas mil 500 personas. Ese miércoles de agosto de 2023, llenó un recinto de más de 13 mil. En este viaje vamos todas con ella.

Natalia Lafourcade en Chile: ritual latinoamericano 1

Lo que vino después fue una seguidilla de éxitos: Lo que construimos (agradecidas de la versión más cumbiera, para bailar y llorar), Para qué sufrir, Hasta la raíz, en una hermosa versión junto a Gepe y Camila Moreno; Mi tierra veracruzana, Nunca es suficiente, y Tú sí sabes quererme. Dos horas y media de música en las que, juntas, exorcizamos la tristeza, despedimos las soledades y en un ritual nos conectamos con la sonoridad latina de la mano de su banda, y de la voz generosa de una artista que sigue creciendo.

Bailé, bailé, bailé tan agradecida /  que a dios mi muerte le ofrecí

le doy gracias a la muerte / por enseñarme a vivir

Natalia Lafourcade en Chile: ritual latinoamericano 2

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