Por @patyleiva
Cobra Kai es la serie que continúa con la historia de la película The Karate Kid de los 80s. La serie tiene todo para encantar: nostalgia ochentera, amor, amistad, rivalidad, acción, humor y buenos personajes, algunos conocidos, otros por conocer.
Yo había visto 3 episodios cuando los lanzaron gratis en YouTube Red el 2018 y ahora me devoré las 2 temporadas disponibles en Netflix.
Recapitulemos rápidamente The Karate Kid: Daniel Larusso (Ralph Maccio) es el chico nuevo, muy piola que se cambia de ciudad junto a su madre. Al interesarse en el karate se encuentra con unos bullies de marca mayor, encabezados por Johnny (William Zabka), quien se convierte también en su rival, pues ambos querían ganar el amor de Ali (Elisabeth Shue). Golpes van, golpes vienen y Dani, el chico bueno, gana, siempre con honor, entrenado por su sensei, el señor Miyagi.
Me atrevo a decir que, en los ochentas, no hubo niñ@ algun@ que no haya salido del cine tratando de hacer “la grulla”, la patada con que Daniel gana el Torneo de Karate sub-18 All Valley en Karate Kid, el momento que definió sus vidas:
Retomamos la historia en Cobra Kai, unos 30 años después. Dani es millonario, dueño de una cadena de venta de autos. Johnny –que adquiere un protagonismo mucho más relevante que en las películas–, por el contrario, después de ser el taquilla del colegio, vive una vida que jamás soñó, está desconectado de la actualidad y vive como una mala sombra de lo que fue en los ochentas. Se dan vuelta los papeles.
A veces odias a Johnny porque sigue siendo un bully, pero otras odias a Dani porque se comporta como un niño picado. Los dos hacen muchas pendejadas pero tienen su lado dulce y humano que se deja ver de distintas maneras.
Es muy interesante revisar los hechos de la película a través de los ojos de Johnny, que describe a Dani como el niño que llegó a arruinarle la vida en la adolescencia, cuando uno siempre pensó que era lo contrario.
“La única forma de terminar una rivalidad es que uno de los dos la supere”, dice en un momento una de las sabias mujeres que habitan la trama. Porque, ese es el problema acá, aquella rivalidad infantil no sólo no se olvida sino que se expande en el tiempo, y con consecuencias inimaginadas. Las sombras del pasado vuelven como fantasmas, para bien o para mal.
Hay mucho humor también, es muy divertido que TODO tiene que ver con karate, todo se resuelve con karate, todos practican karate… las referencias a los 80s también son muy divertidas y los personajes muy carismáticos y queribles.
Miguel, Robbie, Samantha y Tory son la nueva generación de karatecas que se mueven entre las pasiones de la escuela Cobra Kai y Miyagi Dojo.
Las niñas pelean como y con los niños, no hay distinciones, aunque se hace cargo de las discriminaciones obvias de una mentalidad de los viejos tiempos, con ajustes en lo políticamente incorrectos que resultan el día de hoy.
Cobra Kai cuenta las dos caras de la moneda, las múltiples caras. No todo es blanco o negro. Cobra Kai es una serie que habla de segundas oportunidades y eso me encantó. No se la pierdan, está hecha para los adolescentes del 2020 y los del ’84.