Por Jocelyn Jara
Eran las 21:00 y de pronto se apagaron las luces del Movistar Arena y todo se volvió real. La espera por ver a los Red Hot Chili Peppers, una de las bandas que me marcaron desde niña, se había acabado. Fueron 20 años para ser exactos, en que soñé mil veces con verlos en vivo y parecía que eso nunca se iba a cumplir, pero pasó y con John Frusciante de nuevo en la guitarra.
Tantas canciones que escuché cientos de veces desde mi MP3, ahora sonaban fuerte desde el escenario del recinto del Parque O’Higgins. Una de las que más esperé fue la que abrió el show, luego de una intro maravillosa que no hacía más que dejarnos más expectantes, “Can’t Stop”, que se hizo sonar entre la multitud que gritaba eufórica aclamando a los legendarios músicos, autores de aquellas melodías tan características que se sienten como himnos de muchas generaciones. Sí, su música es transversal a todas las edades, no por nada en las pantallas se veía a pequeños rockeros que se mostraban felices de ver a quizás, su banda favorita. En ese sentido, el rock y los Chili Peppers seguirán entregando su gran legado a los más jóvenes.
Nos entregaron regalitos como “Snow (Hey Oh)”, “Tell me Baby”, y por supuesto sus hits más conocidos como “Califronication”, “Scar Tissue”, y “Give it Away”, pero dejaron fuera varios más que quisiéramos haber escuchado, como “Under the Bridge”, “Dani California” y la coreable “Otherside”, entre tantas otras. También tocaron parte de sus temas más nuevos como “Black Summer” de su disco de 2022, Unlimited Love, entre otros.
Sin duda que como fans de los Red Hot quisiéramos escucharlos en vivo por horas, y siendo la primera vez en verlos, se espera escuchar la mayor cantidad de canciones posibles, pero como se trata de ellos, creo que se les perdona todo. Además, sonaron increíble, Anthony Kiedis demostró toda la potencia de su voz y eso que el hombre no paraba de saltar y bailar a sus más de 60 años. Para qué hablar de Flea, que en varias ocasiones se lució con su bajo, y también el querídisimo John Frusciante, que tocó varios solos que llegaban a erizar la piel. Y Chad Smith, que le pegó a la batería tan fuerte como pudo, marcando el ritmo de los hitazos de su repertorio. Smith fue el último en abandonar el escenario, dándonos las gracias y tirando sus baquetas entre los asistentes que se peleaban a muerte por conseguir una.
La banda en sí se notó que disfrutó muchísimo el show, ya que interactuaron varias veces con el público e incluso se mandaron alguna que otra frase en español. Y también acompañaron nuestro “olé olé olé, red hot, red hot” con sus instrumentos al más puro estilo de Foo Fighters cuando hicieron lo suyo en la Pista Atlética del Estadio Nacional en 2015.
Sin duda que ver a los Red Hot Chili Peppers en vivo es una experiencia que te deja muy emocionada y con ganas de volver a verlos pronto. Fue inevitable corear todas las canciones y también bailarlas y saltar lo más alto que se podía.
Sólo esperemos que no pasen muchos años para volver a ver a los Red Hot Chili Peppers por estos lados y que para la próxima nos ofrezcan un show de larga duración. Por acá en Chile estaremos esperando y ya los echamos de menos.
Revisa aquí el setlist completo.
