Por @quena
Como me imagino que le pasó a gran parte de mi generación, conocí el feminismo a través de las Spice Girls. Digan lo que quieran de lo cuestionable que puede haber sido su causa, pero no se puede negar que Ginger, Scary, Baby, Sporty y Posh al menos sembraron una semilla en nuestras adolescentes cabecitas para empezar a entender que el mundo como nos lo habían presentado no estaba muy bien equilibrado.
Pero las semillas hay que regarlas y a puro “Girl Power”, esa planta no se iba a convertir en un árbol.
Las Spice tocaron la tecla adecuada justo en el momento correcto, pero el resto de la cultura pop de los 90 hizo lo suyo también para acercarnos a esta recién formada tercera ola del feminismo a la que un montón de niñas de colegio católico en Santiago de Chile jamás iban a poder acceder.
Algo estaba pasando, que de repente aparecieron bandas con líderes mujeres a las que todas nos queríamos parecer y las revistas que leíamos y las películas que veíamos empezaron a apuntar cada vez más para ese lado. Kat Stratford (el personaje de Julia Stiles en “Diez cosas que odio de ti”) encarnaba toda esa molestia que habíamos visto en Daria, en Alanis Morissette, en Fiona Apple, en Veruca Salt y en tantas otras, y todas queríamos parecernos un poco a ella.
Por eso fue Kat Stratford quien, casi 10 años tarde, me mostró a Bikini Kill. Durante un concierto de Letters to Cleo, el personaje de Heath Ledger, al fin logra impresionarla cuando le dice: “Esta banda está buena, aunque tampoco es Bikini Kill o The Raincoats”. Listo. Misión para toda una generación: descubrir de quiénes estaba hablando este hombre, y por qué eran tan importantes para nuestra ídola juvenil.
Había poca información en esos tiempos, así que hubo hubo que seguir esperando. Hasta que un día (tarde también) me encuentro con Le Tigre, y cuando pregunto quiénes son, alguien dice “la otra banda de la vocalista de Bikini Kill”.¿QUÉEEEE? ¡Al fin la encuentro!
Ahora sí había internet, ahora sí tenía amigos fuera del colegio católico, y ahora sí podía tener acceso a este secreto tan bien guardado. La búsqueda trajo consigo la música, los fanzines, los documentales, las bandas parecidas, el manifiesto Riot Grrrl y toda esa información que quizás 10 años antes hubiera sido difícil de asimilar.
Igual que las Spice Girls, Bikini Kill llegó a mi vida en el momento correcto, y hoy, en 2024, en su primera venida a Chile, tampoco llegan tarde, porque su causa sigue vigente y siguen siendo necesarias sus canciones, sus consignas y las palabras del famosos manifiesto escrito por su líder Kathleen Hanna:
“Porque hacer/leer/ver/escuchar cosas interesantes que nos validen y desafíen puede ayudarnos a ganar la fuerza y el sentido de comunidad que necesitamos para descubrir cómo tonterías como el racismo, el edadismo, el especismo, el clasismo, los ideales de belleza, el sexismo, el antisemitismo y el heterosexismo figuran en nuestras propias vidas. (…) Porque en todos los medios de comunicación me/nos veo abofeteadas, decapitadas, burladas, cosificadas, violadas, trivializadas, empujadas, ignoradas, estereotipadas, pateadas, despreciadas, acosadas, silenciadas, invalidadas, apuñaladas, baleadas, estranguladas y asesinadas. Porque es necesario crear un espacio seguro para las chicas donde podamos abrir los ojos y acercarnos unas a otras sin sentirnos amenazadas por esta sociedad sexista. (…) Porque estoy cansada de que me pasen estas cosas. No soy un juguete sexual. No soy un saco de boxeo. No soy una broma.”
Bikini Kill se presenta este jueves 7 de marzo en la Blondie. Todavía hay entradas a la venta a través de Puntoticket.