Esta semana se estrenó la nueva Misión Imposible y vimos a Tom Cruise haciendo lip sync con Jimmy Fallon, lo que nos hizo recordar lo mino que siempre ha sido, y por qué en mi infancia y adolescencia su rostro era para mí la encarnación de la belleza masculina.
Tom Cruise es de una liga superior. Su pelo perfecto y sonrisa que siguen intactas hasta el día de hoy, tal como eran cuando lo vimos de piloto en Top Gun, de barman en Cócktail, de manager de deportistas en Jerry Maguire, de marido imperfecto en Eyes Wide Shut, marino en A Few Good Men, de gurú en Magnolia y cuando nos hizo reír en Tropic Thunder.
Incluso cuando lo perdimos ante la cienciología (de la que se rumorea que se va a retirar al fin) y se casó con Katie Holmes, nunca perdí la esperanza en que Tom Cruise volvería a ser simplemente el hombre hermoso y encantador de dientes perfectos y sonrisa irresistible.
Quizás volver a verlo en el papel de Ethan Hunt en Misión: Imposible Nación Secreta una ocasión ideal para conocer la sala Imax y para reencontrarse con este histórico mino del cine.
Siempre lo he encontrado matadísimo y súper hipervalorado.
Tendrá facciones proporcionales pero el conjunto no me convence. Lo encuentro enano, lo que de por sí me mata las pasiones; me carga su cara y ni siquiera le compro cuando actúa.
Puaj.