Todas queríamos ser Hayley Williams

marissap
por Fer Seguel (@malvita)*

Domingo por la noche en Williamsburg, Nueva York. Llego atrasadísima a un concierto que no piensa en empezar porque otra vez se rompió el MTA –mta te odio-. El Hall of Music se parece más al galpón Víctor Jara de lo que hubiera esperado, pero tiene segundo piso para sentarse y tomarse una cerveza si no estás de humor para unirte al mosh. Vengo siguiendo a una banda que me mostró un amigo en youtube: Screaming Females, y sobre todo a la voz y la garra privilegiada de su vocalista, Marissa P. Esa aspereza que solo nos brindan los bajos fondos de Jersey, eso que dicen de que NJ es el basurero de la gran ciudad. Eso que podemos apreciar en las gargantas desgarradas de estos adolecentes tarreros desde hace años. Misfits, My Chemical Romance, Titus Andrónicus y últimamente estas muchachas.

Abre la escena Potty Mouth con su vocalista Abby, de pelo rojo incandescente, con una guitarra y una actitud que desborda paridad de género. ¿Quién dijo que el punk rock de mujeres era menos rudo? Veo cómo se sacude el pelo de la cara para poder cantar al mismo tiempo que azota la guitarra y maneja los efectos con los pies. Entonces recuerdo inevitablemente a la inalcanzable Hayley Williams. Y cito a Paramore cuando canta: “God knows the world doesn’t need another band / but what a waste it would’ve been”. La pequeña rubia del bajo toca tranquila moviendo la cabeza con un amago de sonrisa como si no hubiera cien personas gritando y saltando a su alrededor. Y pienso que claro, que todos tenemos el legítimo derecho de unirnos a una banda gritona, teñirnos el pelo rojo y después de practicar un tanto, jugar a ser punkrock stars.

Finalmente entra Females y me sorprendo de que hay una sola, Marissa. Pequeña, de pelo negro y chasquilla corta, en el vestido de Merlina Addams. Abre la boca y ahí hay otra cosa, algo muy distinto a todo lo que hayamos escuchado. Los tonos bajos, los gritos altos, las letras oscuras, todo orquestado con unas guitarras estridentes que sin embargo nunca sonaron mejor. En un mar de pelirrojas con hambre hay una enana con voz para vaciar el mar. Vocalista y guitarrista, una actitud que se condice con ese resentimiento, con esa reivindicación “somos el basurero de su ciudad y la vamos a hacer zumbar”. Rockstar de la vieja escuela, salta al público en el solo de guitarra y es trasladada por el recinto en manos de sus fans. Y aquí nadie piensa en su pegarle o no pegarle un agarrón, porque nadie está pensando que si está rica o no. Y eso es una ganancia.

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