por Daniela Paz (@dnlpz)
Después de todas las series que estrenó Netflix sobre personajes de Marvel: la máxima Jessica Jones; el estupendo y emocionante Luke Cage; la con altos y bajos, Daredevil y en mi opinión la más floja de todas, Iron Fist, este mes lanzó una serie donde la promesa de unirlos a todos, era muy alta. Y esa promesa defraudó, en varios momentos.
Parto por lo bueno, y no daré ningún spoiler, así que tranquilos. La serie es preciosa. Hay un cuidado de las imágenes que da gusto ver en cada capítulo. Daredevil es rojo, Jessica Jones es azul, Luke Cage es amarillo y Iron Fist es verde. Esto que suena simple, se ve en sutiles matices y en diferentes escenas. Se han dado cuenta de los colores naturales de la piel que siempre se mostraron en Daredevil, el rojo de la cara y las manos, no era coincidencia. Al igual que el color de Jessica Jones, en una escena donde entrevista a un cliente en un sillón azul, con muebles de esa tonalidad. Todo eso cuenta y se agradece.
Siguiendo con lo bueno, hay una comedia siempre forzada en las películas de súperheroes, que sobre todo en The Avengers lo domina perfecto Tony Stark, y que acá funciona a ratos, sobre todo con nuestra heroína Jones, pero MUY poco con el resto.
La historia es floja, porque no entiendo la decisión de hacer a Iron Fist el protagonista, aunque el resto de los personajes aparecen todo el tiempo, todas las escenas con el rubio millonario me dan rabia y me agotan. Al igual que las forzadas y largas escenas de peleas, que algunas veces no se justifican y le quitan emoción al momento.
Finalmente la espera no valió tanto la pena, aunque pude ver a personajes que extrañaba.
Sarah Shatz/Netflix
Fotos: Cortesía de Netflix
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