Sleepless in Seattle, los signos y la magia del amor

por @patyleiva

Esta película es de 1993, y recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Estaba en cama, recuperándome de un accidente que me tuvo 3 meses sin caminar. Mi vida giraba en torno a MTV, el teléfono y las películas. Sleepless in Seattle fue una de ellas, y confieso que me hizo cuestionar una relación y tomar decisiones, además, me pareció una película dulce y con buena música. Cursi, si quieren, pero muy buena compañía.

Es navidad, Tom Hanks es viudo, tiene un hijo, así comienza la trama magistralmente manejada por Nora Ephron. Meg Ryan es la contraparte, más adorable que nunca. Su forma de hablar, su risa, cómo canta en el auto, como conversa, me encantan las cosas inesperadas que termina haciendo (porque a veces uno hace eso también, no?).

Tom Hanks me parte el alma cuando dice “me voy a levantar cada mañana, voy a inhalar y exhalar todo el día hasta después de un tiempo ya no tenga que recordarme a mi mismo: sal de la cama y respira; y después de un tiempo dejaré de pensar que en una época todo era perfecto en mi vida”.

Los personajes secundarios son lo máximo. Bill Pullman como el pololo perno, Rosie O’Donnell como la amiga que no puede evitar girar los ojos cuando se necesita. Las apariciones de Rita Wilson, Rob Reiner y Frances Conroy son divertidas y precisas. Los niños son bien adorables(“H&G”). Hay varias locaciones interestatales (Chicago, Seattle, Baltimore, Nueva York) y música de los años cuarenta, pura elegancia.

Me gusta porque en esta película hablan de los signos, del destino, de la “magia”. “No quiero pasarme la vida pensando en lo que pudo ser, sabiendo que yo pude haber hecho algo”, dice Annie, el personaje de Meg Ryan.

Esta es la mejor película para entregarte al pensamiento enamorado y dejarte llevar en estos días de espíritu navideño. Está disponible en Netflix desde este mes.