Se terminó la Serenata cafiola: Murió Pedro Lemebel

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por Claudio Aravena, ilustración de Cristián Salinas (Mr Sardinas) para Fundación La Fuente

Hoy nos despertamos con una mala noticia: la muerte de Pedro Lemebel. Profesor de arte, escritor, cronista, performista, Lemebel es -sin duda- la más auténtica voz de la creación literaria chilena contemporánea.

De inmediato, miles de compatriotas postearon imágenes, frases, fotografías, portadas de sus libros, autógrafos, historias con él: “lo veía camino a la Vega, con su carro lleno de frutas y flores”, “me saludó en la librería Metales Pesados”, “lo conocí en la Feria del Libro”, “lo admiraba”, “lo encontraba seco”. Cada lector, cada seguidor atesorando un recuerdo, un instante.

La primera vez que lo vi, el año 94, cruzó Campus Oriente enfundado en un traje sastre negro, de taco alto y pañuelo de calaveras amarrado en la cabeza. A su paso, a su sonar de tacos, el gentío rucio del campus se paralizó. Cruzó de esquina a esquina con ímpetu para saludar a la Damiela Eltit, quien recibía un premio ese día. Me quedé paralizado: un hombre con tacos en la pontificia universidad. Luego con mis compañeros de literatura devoramos su primer libro “La esquina es mi corazón” (Cuarto Propio, 1994), casi en una actitud clandestina, cuando el buscador de la biblioteca de la universidad, al colocar “literatura gay”, te mandaba a libros de enfermedades siquiátricas.

Hoy, mientras yo mismo subía posteos y noticias, pensaba en cuánto habíamos cambiado: las portadas de los diarios, las radios, algunas universidades, la Presidenta de la República, la Ministra de Cultura despiden al autor clandestino y marginal. Sin embargo, el único que no cambió fue Lemebel: siempre siguió siendo el mismo, el de la lengua filosa y cola, dispuesto a hacernos ver esa verdad que queremos esconder bajo la alfombra. Sus crónicas eran un espejo incómodo de nuestro Chile: los acuerdos con los milicos, la televisión dorada de Bolocco y Morandé, el olvido de los muertos y los desaparecidos, la democracia pactada. Nuestra aspiración a ser un Chile rubio, olvidándonos de nuestra mecha tiesa y oscura a punta de blondor.

La última vez que lo escuché en el GAM, para el FILBA, no quiso salir hasta que todos los cabros que hacían fila en la puerta pudieran entrar, rompiendo todas las normas de seguridad de un país sísmico, cientos de seguidores llenaron las escaleras apoyados en los muros y lo aplaudieron a rabiar. Lemebel, envuelto en lentejuelas y ya con la voz débil -producto del cáncer a la laringe que lo mató- leyó, se emocionó y brindó con nosotros, sus seguidores emocionados que vibramos a punta de recuerdos, de boleros, de amor, y de sexo furtivo y setentero. Lemebel era nuestra voz, sobre todo, para quienes tenemos un ala rota. Nadie mejor supo decirlo y lo retrató en su Manifiesto, que hoy les dejo, y que fue leído el año 1986 frente a la cúpulas de los partidos de izquierda, tan homofóbicos como la conservadora derecha chilena. Gracias, Pedro, por la valentía.

Manifiesto / Pedro Lembel

No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.

4 Comments

  1. Qué pena, era un gran escritor. Sus crónicas son geniales, emocionantes, divertidas y su estilo, único.

  2. Se aprecia mucho la calidad de la escritura y la profundidad en el contenido de la nota. Espero sigan teniendo buenos invitados que escriban notas de como ésta.

  3. Aprecio mucho la calidad de la escritura y la profundidad en el contenido de la nota. Sería genial si pudiera tener siempre invitados que escriban columnas de este tipo…

  4. Nunca fallan los post que digan relación con la Literatura y ésta no es la excepción. me gustó el post, el estilo y el contenido.

    muy bueno, de lo mejor que he leido en Zancada hace MUUUUUUCHO tiempo.

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