por Kim Brierley
El por qué cuesta tanto decir que no es fácil de descifrar: porque sentimos miedo a ser rechazados, a no poder pedir ayuda después, a estar perdiendo una eventual oportunidad, porque no queremos parecer mal educados, porque es más fácil poner las prioridades del otro por sobre las propias, etc. Así que recopilé algunas de las causas más comunes e ideas de cómo abordarlas:
Miedo al rechazo
Una de las causas más habituales que nos llevan a decir que sí sin estar del todo convencidas, es sentir el puñal del rechazo de quien tenemos en frente cuando no entiende nuestros motivos. Para sentirnos más seguras ante la posibilidad de rechazo, es necesario reafirmar nuestras propias ideas. Este es un trabajo de largo aliento, que sin duda te ayudará a enfrentar con más carácter las situaciones difíciles de resolver, en tantas aristas como las que te propongas trabajar y analizar.
Pérdida de una oportunidad
Cuando estamos frente a una opción (como decir sí o no) puede invadirnos la sensación de estar perdiendo una oportunidad que nos beneficiará en el mediano o largo plazo. Pues, sería de gran utilidad si piensas en más alternativas entre las que haya una que sí sea fiel a lo que quieres hacer, de esta manera puedes negociar y a lo mejor salir muy beneficiada de la situación, sin sentir que estas cediendo (nuevamente) y que estás ganando algo también.
La culpa
Un clásico femenino, que por suerte está en franca retirada. Para quienes aún tenemos una dosis arraigada, lo fundamental es trabajar en nuestros límites. Hablo en serio, basta con pocos límites pero respetarlos, como nos gusta que nos respeten a nosotros.
¿Puedes anticiparte?
Si bien en muchas ocasiones la solicitud nos pilla de improviso, también hay veces en que es posible anticiparse. Si es así, claramente estás en el mejor escenario y puedes aprovecharlo revisando los matices del posible favor, cómo quieres enfrentarlo, cuáles podrían ser las consecuencias y qué escenario(s) te acomodan para salir airosa.
Y bueno, hay ocasiones en las que posiblemente tengas que decir que sí, cuando la solicitud es parte de tu responsabilidad o compromiso, si debes un favor o si la solicitud es manejable y te la pide alguien importante para ti.
Finalmente…
Decidir a consciencia te dará el control sobre tu tiempo. Un bien muy escaso, al que todos damos la pelea día a día por ganarle sin darnos cuenta que muchas veces lo derrochamos entregándolo a circunstancias que ni siquiera valen tanto la pena. Lo importante es tener la lucidez necesaria para identificar chantajes o manipulaciones y estar en posición de decir decidir bien.
Piensa en todas las cosas a las que estás diciendo que “no” cuando dices que “sí” a algo que no quieres: tiempo para ti y los que quieres, incluyendo tu libro, tu hobbie, tu amigos o familia, tu proyecto o tus ganas de por fin, tomarte una tarde libre.
Foto: Drew Hays en Unsplash.com
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Es súper simple, cuando uno hace una pregunta debe ser consiente de que hay dos respuestas sí y no. Y también uno debe estar dispuesto a decir sí o no.
Tenemos que aprender a recibir una respuesta negativa, será de gran ayuda pAra ser capaz de dar una.
Debo ser de otro planeta…a mi no me cuesta nada xD
Lei por ahi que a muchas mujeres se nos educa para complacer, caer bien, no herir sentimientos. Por eso cuesta decir no. Es un aprendizaje para quien se le enseñó que debía caer bien.
Es difícil, pero hay que hacerlo! Veo a mi mamá que a todo el mundo le dice que sí, complace a todos para no tener problemas/ayudar/no generar roces/porque no le cuesta nada, etc. siempre es sí….aunque esté enferma, cansada….no hay caso que aprenda (y veo tristemente como algunas personas abusan de su extrema buena voluntad).
Por mi parte, y quizás por lo que describo más arriba, me carga sentirme utilizada. Esa gente que aparece sólo para pedir favores….ni un whatsapp para mi cumpleaños, pero sí se acuerdan de mi número cuando quieren algo. Antes me hacía la tonta, no respondía, evadía, me complicaba. Pero ahora no, hace poco a un “amigo” le dije que no. Y obvio, no me pescó más!!