Por Belén Leyton
La escritora Paulina Flores publicó Qué vergüenza (su primer libro de cuentos) en 2015 y pronto publicará su novela Isla decepción por Seix Barral de Planeta. Esta semana publicó su single con Neón: Eres buena y lo sabes.
Lo escribió un año después de los cuentos, cuando la invitaron a participar en una antología, también lo publicó en una revista española y otra de Chicago. “Ahora lo edité para poder presentarlo en Neón Singles”, explica. “Es como un germen de lo que después trabajé en la novela”.
Alguien te comentó “Todes somos Valeria”. ¿Te consideras como la protagonista de tu cuento?
Supongo que quiere decir que las relaciones humanas son muy complejas y es difícil ser coherente con uno mismo, con los sentimientos. Todo cambia demasiado rápido. Y en ese sentido totalmente sí. Y no lo digo como algo negativo, me parece entretenido vivir así. Ella es muy intensa.
¿Por qué el cuento se desarrolla en La Serena?
Estaba buscando un lugar que estuviera cerca del mar y sólo apareció. Puede ser porque en la época en que lo escribí había ocurrido el tsunami. Tal vez tenía muy fuerte esa imagen en mi cabeza: las olas entrando.
¿Las canciones que pusiste en el texto son para guiar la lectura?
Sí, pronto voy a subir una playlist en Spotify con esas canciones y le agregué un par más que son del aura del cuento. Me gusta mucho meter canciones, soy muy popera. Me gusta eso de hacer una playlist de la literatura. No sé si funciona tanto para los lectores, pero es entretenido.
Isla Decepción
Pronto saldrá su primera novela y desde el principio sabía que tenía que leer mucho para el nuevo desafío. Desde clásicos, como Madame Bovary y Ana Karenina, a libros actuales. “En el confinamiento me tomé unas vacaciones y ahora estoy haciendo la que podría ser la última edición. Y estoy esperando a ver si se puede publicar a finales de año o en enero de 2021”, expresa.
¿Y en este proceso de edición, también te han ayudado amigos escritores?
Con las novelas cuesta un poco más pedir que las lean, porque son muchas páginas. Pero tuve la suerte de que uno de mis editores, Francisco Ovando, es un gran amigo mío. También les mandé un par de capítulos a Romina Reyes, Arelis Uribe y Alejandro Zambra. Ahora que está un poco más logrado se la voy a mandar a más gente. Antes igual da un poco de vergüenza.
Qué vergüenza se publicó en 2015, ¿cómo cambió tu vida después de eso?
La literatura se transformó en mi trabajo. Es genial poder dedicarme sólo a escribir o cosas relacionadas con eso. Y por otro lado, es muy extraño que se transforme en mi trabajo, porque todos odiamos el trabajo.
También fue un cambio en la carga de trabajo, porque el año pasado fue muy intenso. Escribía demasiado, estaba muy cansada. Pero este año volví a un ritmo más sano de trabajo. Y he podido pensar que quizá va a ser así: habrá momentos de mucho estrés y otros en los que puede ser un trabajo normal.
Has dicho que tu primer libro fue más intuitivo. ¿Cómo fue el cambio para trabajar esta novela?
Este libro me exige mucho, porque trata hartos temas que yo no tenía idea, como la esclavitud contemporánea. Además, uno de los protagonistas es coreano y una parte ocurre en Punta Arenas, fui tres veces porque no conocía. Tuve que aprender de la industria pesquera de calamares, budismo, chamanismo coreano. Fui a Corea. Me sentía como los actores cuando aprenden para un personaje; tuve que aprender sobre lo que iba a narrar.
Y no tenía idea en qué me estaba metiendo cuando empecé a escribirla. En algún punto pensaba que era como escribir un cuento largo y no, no es eso. Tienes que construir una especie de mundo, siempre estás viendo los detalles, llevar los ritmos, es complejo. Pero estoy muy contenta. He disfrutado cada día escribiéndola. Y ahora tengo mucha ansiedad de mostrarle los personajes a mis amigos.
¿Crees que ya encontraste tu voz?, ¿ya te definiste en algún lugar?
Siempre voy a querer hacer cosas que sean diferentes, que me sean difíciles. Eso me entretiene mucho. En Qué vergüenza los cuentos eran de un lugar íntimo (comunas, familia, infancia) y ahora es totalmente distinto. De cierta forma, incluso me quiero alejar un poco del realismo. Creo que escribir literatura realista-intimista tiene cada vez menos sentido en este mundo tan extraño más cercano a las distopías y la ciencia ficción.
A veces me da miedo, porque hay gente que le gustó mucho Qué vergüenza y quizá eso no va a estar en esta novela. Pero soy yo escribiendo, quizá hay algo que se conserva.
España y más allá
Está acostumbrada a trabajar en casa y por eso el confinamiento no ha sido tan terrible.
Dice que ahora aprovecha de vivir en sus personajes. En el encierro también ha visto muchas películas clásicas, se ha reencontrado con el cine, pero extraña salir con sus amigos al Parque Forestal.
¿Y que se viene para el futuro?
Me gustaría escribir dos libros a la vez, pero cortos. Uno que tiene que ver más conmigo, podría ser como un ensayo de autoficción. Y si el mundo sigue aquí, en enero me iré a estudiar Literatura Creativa en España. Quiero ser estudiante de nuevo, ser como una esponjita. Necesito ese contexto de nuevo para seguir aprendiendo.
Estás recomendando películas por tu Instagram, ¿qué deberíamos ver?
Me gusta Lucrecia Martel; el director japonés Hirokazu Koreeda es genial, en especial El tercer asesinato, que habla del sistema judicial; amé a la directora francesa Mia Hansen-Løve; Michael Haneke es un clásico muy entretenido que nunca decepciona; y Céline Sciamma trata temas de género, por ejemplo en El retrato de una mujer en llamas.
Así como se publicó este cuento de Begoña Ugalde en Neon Singles, cada domingo se podrá descargar un cuento nuevo desde el instagram @neonediciones y desde @soylarov. Estarán disponibles por una semana y después se podrán descargar por casi un dólar en Amazon.
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