Morrissey

Nueva misa a cargo de Morrissey

Nueva misa a cargo de Morrissey 1
POR @INFANTE
Soy fan de Steven Patrick Morrissey desde que tengo unos doce o trece años. Mi primer cassette en la vida fue Viva Hate, regalo de mi mamá, creo que costó la millonaria suma de $600 pesos o algo así recuerda mi memoria.

El sábado, el británico, uno de mis favoritos en el mundo, entregó su segundo show de la gira Low in High School en una Arena Movistar que se tomó su tiempo en llenar los asientos y donde la cancha nunca estuvo a tope.

Ir a un recital del ex vocalista y niño mimado de The Smiths es siempre un vendaval de emociones: los amores que una ha tenido desde tan chica no se abandonan. No sólo venía antecedido de un 2018 especialmente opinante por su parte: pidiendo que Europa fuese para los locales, relativizando la acusación de abuso sobre el actor Kevin Spacey y apenas llegado a nuestro país se hizo cargo de enviar una carta a Junaeb para solicitar la inclusión de menús veganos en la dieta de los estudiantes chilenos. Quien arrugue la nariz ante estas “salidas” de libreto es porque no conoce a Morrissey ni en lo más mínimo.

Su show fue también político y militante. Morrissey no esconde ninguna de sus aristas al momento de pisar un escenario. Precedido por una introducción de varios minutos de videos por donde desfilaron The Ramones, David Bowie, Love Affair y otros cantantes clásicos, salió a escena con toda su banda y una polera contra el rodeo.

La construcción del setlist fue un regalo para fans mas antiguos: una sorpresa que decidiera tocar canciones que nunca fueron singles dentro de su carrera solista como “Hairdresser on Fire”, “Dial a cliché”, “Break up the family” y “Hold on to your friends”, mezclados con singles que muchos de los asistentes de seguro bailaron en alguna discotec de moda como “First of the gang to die” o “Alma Matters”.

Un show impecable, con un Morrissey mucho más repuesto que las últimas presentaciones que le vi, tanto en voz como en la cercanía con sus feligreses. Se dio el tiempo no sólo de firmar objetos que las primeras filas le acercaban a sus manos, sino que subió a una fan para que lo abrazara por largos segundos, mientras otra chica esperaba su turno para colgarse de su cuello.

A los pocos minutos de empezada esta misa pop, una foto de un manifestante “chaqueta amarilla”, se tomaba la pantalla gigante con los acordes de “I’m throwing my arms around Paris” para terminar con un “yellow vests, yellow vests” y su puño en alto. Lo mismo pasaría más tarde cuando terminó una de sus canciones coreando “Venezuela, Venezuela”, mientras en la pantalla se sucedían imágenes de brutalidad policial contra manifestantes. En un momento pidió disculpas por su falta de movilidad pues “alguien había hecho demasiado bien su trabajo y el suelo estaba demasiado “polish”, mientras preguntaba a sus músicos cómo se traducía eso al español.

Punto aparte para su banda, sonido perfecto y fiato. Morrissey se despidió del lugar repitiendo muchas veces “I love you, I love you”, mientras aún sonaban algunas notas de “First of the gang to die”. Quizás los años le estén ablandando el corazón, quizás sabe que en Chile tiene fanáticos incondicionales, quizás sospecha que se le perdonan sus opiniones a veces poco felices, tal vez, con esta presentación, una de las mejores que le he visto en todas las veces que he tenido la suerte de ir a sus conciertos, reafirmó que es su manera de devolver el cariño. El sábado fue una gran noche para quienes estuvimos en el Movistar Arena y hay que agradecer, porque las misas pueden, a veces, volverse parte de nuestra historia y eso fue lo que pasó este fin de semana en Santiago.

One comment

  1. Me encanta su postura respecto a los animales. A pesar que no fui a este concierto, hice un pequeño homenaje usando una polera de Morrisey ese día.

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