Por Jocelyn Jara Osorio
Nada fue real hasta que pude entrar a mi primer Lollapalooza, saber lo que se siente estar ahí y lo más importante, que vería a una de mis bandas favoritas.
El calor y el cansancio de una semana realmente agotadora no fueron impedimento para recorrer el parque Bicentenario de Cerrillos, lugar donde se hizo el Lolla este año. Cuando vas tras lo que te gusta te da lo mismo todo.
Primero fue genial llegar y escuchar a lo lejos a Marky Ramone. No pude llegar antes, pero fue un gusto igual.
Luego el otro atractivo del día para mí era ver a Saiko. Es de esas bandas con las que te pegas un karaoke en un carrete y te juras igualita a la gran Denisse Malebrán. Me las canté y lloré todas. Qué recuerdos de cuando estaba más joven y con mi hermana amábamos estos temazos que siempre quería escuchar sin importar que los pusiera todos los días.
Pero sin duda, Foo Fighters era la banda que tanto esperé volver a ver.
Por allá por el 2005, yo era una cabra chica de 13 años que se juraba grunge y que estaba obsesionada con Nirvana, y que viendo el MTV (cuando aún ponían música) cachó un video súper bueno de una banda llamada Foo Fighters. Era “Best of you” la canción. No supe que el mismo cantante de esa banda que acababa de descubrir se trataba del mismo loquillo baterista de Nirvana, Dave Grohl, hasta que una compañera del colegio me dijo, “pero weona, si ese es el baterista de Nirvana”. De ahí en adelante ya no paré más de escucharlos.
Y hoy después de muchos años y mucho covid y todo eso, volvía a estar presente en un show de estos cabros queridos que con sus tonteras te sacan más de una sonrisa o incluso una carcajada.
Querido Dave, te amo demasiado, no sabes de cuántas tristezas y penas me has aliviado en todos estos años. Gracias por tocar ese Best of you y hacer que mi vida pasara frente a mis ojos como en un solo segundo.
Gracias por emocionarme hasta las lágrimas cuando tocaron “My Hero”, y hacerme saltar, gritar y mover el pelo como si fuera esa misma adolescente que solo podía ir a ver una banda tributo hace ya más de 10 años.
Nada más que decir, este, mi primer Lolla, jamás lo olvidaré, porque fue la oportunidad perfecta para sacudir y echar afuera toda esa tristeza y malos ratos que habíamos ido acumulando en tanto tiempo que no podíamos reencontrarnos con lo más bonito que le puede pasar al ser humano: el poder vibrar con la música y de paso, conocer gente bakán que disfruta con lo que más amas.