Por Marie Paul
En algunos barrios de Santiago todavía se cultiva el oficio de la pintura de carteles. En esta esquina surgió de las cenizas esta flamante carnicería, el pintor se tomó todo el tiempo del mundo para dar vida a estas letras, primeros las marcó con regla y después fue dándoles vida mediante distintos colores, en total el trabajo le debe haber tomado unos 3 dias de absoluta dedicación y todo hecho a mano.
Me hizo acordar de los fantásticos carteles que hacían pintar los cines, años atrás, para promocionar las películas y que la pintora Marcela Trujillo recreó en sus pinturas (hace mucho tiempo también).
Si algún día me jubilo, me encantaría tener de hobby algo así, pintando murallas y carteles.
Ojalá las tradición no muera nunca, y que le sigan haciendo el quite a los paneles de tubos fluorescentes.