POR RODRIGO FERRARI
Debo haber estado entrando a la media cuando escuché por primera vez a The Smiths. En alguna de esas fiestas de loops eternos di con “Ask” (1986) y la semana siguiente partí a comprarme en la disquería Specs de Viña el CD de …Best II que había salido hace poco y que incluía ese single. Una canción que hablara de timidez y de lo importante que era a atreverse a hacer lo que uno sentía era todo lo que necesitaba oír en esos años de pernitud extrema en que fantaseabas con una buck-toothed girl in Luxembourg. Y así seguimos un poco. Bienvenidos al #77 de No tan Random.
Peter Frampton sonó en dos películas que vi la semana pasada. En High Fidelity, John Cusack entra muy a regañadientes a su bar de siempre mientras una voz femenina canta “Baby, I love your way” (1975). No pasó mucho rato para meterse los prejuicios ahí mismo y quedar embobado viendo a Lisa Bonet interpretando la canción
En Reality Bites, suena mientras Winona Ryder y Ben Stiller terminan su primera cita conversando en el auto sobre sus gustos por la astronomía, lo que creen que quieren de la vida y de esos momentos en que todo pareciera estar bien, como ahí mismo.
Do you ever have those moments in life…
where everything is OK?
Do you know what I mean?
Just for, like, one moment, everything is great.
Paul Werterberg y su “Dislexyc heart” (1992) musicalizan Singles, película de Cameron Crowe situada en Seattle en pleno auge del grunge y donde un grupo de jóvenes en vías a la adultez intenta encontrarle sentido a sus vidas, sus proyectos y sus relaciones, muchas veces boicoteando lo que tienen por miedo a comprometerse en lo que nos han convencido que es un cliché. De porfiados e idiotas que somos.
Cuando los Velvet Underground se encerraron en los estudios de Atlantic para darle forma al disco que les pidieron estuviera “cargado” de hits (por eso se llama Loaded), las cosas no andaban nada de bien. John Cale ya no era parte de la banda, la baterista estaba con pre natal, Lou Reed chato de todo, con problemas con su novia y las drogas. De hecho, este sería el último disco con Reed en la banda. “Oh sweet nuthin” (1970) podría parece a simple vista una letanía nostálgica (como alguien describió estos textos que mando los lunes) para cuando no te queda nada, pero para mi siempre ha sido un blues más esperanzador que otra cosa. Un especie de “Hey Jude” con que Lou Reed, dispuesto a crear algo de la nada misma (su carrera solista), cierra su último gran disco con los Velvet y yo, con más preguntas que certezas, despido esta edición de No tan random. Hasta el otro lunes.
Gracias a los que leen hasta acá, a los que comparten esto con otros y a los que escriben de vuelta. Hasta la otra semana.
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Las gráficas de No Tan Random son de Francisca Alcalde y Tomás Dintrans.
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