Libros: Esos best sellers escondidos

Libros: Esos best sellers escondidos 1
por Sur & Cristóbal Carrasco, ilustración: Gabriel Ebensperger / Ninion

Allí están, sobre el suelo de los vendedores callejeros, en los cajones de los veladores o en medio de las carteras. Están ahí como parientes medio resignados a ser reconocidos, medio orgullosos, también, de ser infaltables. El best seller es quizás el término más complejo de la industria editorial, porque engloba no solo el fin propio de cada producción literaria, sino también el defecto inherente a ese fin: en la literatura usualmente vender más implicará un descrédito, un engaño, una trampa.

La popularidad etiquetada de los libros en la edición moderna es una cuestión no tan reciente. Cuentan que a fines del siglo XIX algunos diarios del sur de Estados Unidos ya usaban el término, pero quizás solo con el auge de la reproducción masiva la idea de best seller cobró su real significado. Así, lo que pareció un avance en términos cuantitativos, terminó por estigmatizar una especie de literatura que prefiere generalmente el candor o la agresividad sentimental, las conspiraciones mundiales o la recreación histórica. El análisis -evidentemente- es más complejo, pero el resultado es invariable: la literatura se dividió entre aquella que vende y la que no, y en medio de ambos bandos, algunos libros se dan el gusto de satisfacer tanto la voluntad popular como la aceptación crítica. Por esa razón, quisimos preguntarles a algunos escritores cuáles eran sus best sellers favoritos, quizás para recoger esos libros del suelo, para sacarlos de los cajones del velador o para mostrarlos, sin pudor, como si las etiquetas se acabaran:

(Este artículo –y mucho más– está en la Edición Especial Aniversario Zancada #7: Popular, que puedes ver aquí o descargar en los siguientes links: en PDF o en .zip).

Gonzalo Maier (autor de Leyendo a Vila-Matas, Editorial Lom): Mujercitas no la leí con vergüenza sino con placer. Pero con placer sexual. Tenía 10 años y por primera vez, como en un acto de magia, el tiempo de un libro se transformaba en el tiempo real. Eran la misma cosa. Comía y dormía en el mundo de Jo y la señora March. Iba –literalmente- al baño con ellas. Pronto dejé de jugar a la pelota para leer la secuela e incluso Hombrecitos. Hace décadas que no la releo, pero cuando hablan mal de la novela aún la defiendo. Me da igual que tengan razón. Así es la fidelidad.

Claudia Apablaza (autora de Diario de las especies, Lanzallamas Libros): Lo que más me llamó la atención de American Psycho es la descripción de la sociedad norteamericana de los 90 y la construcción perfecta que hace Breat Easton Ellis del personaje, Patrick Bateman, un psicópata asesino, un hombre con mucho dinero y amante enfermizo de la ropa y la cocina, es decir, un fetichista, que decide matar a las mujeres con las que tiene sexo, y no sólo matarlas sino que son víctimas de todos los sadismos e impulsos psicopáticos de este sujeto enfermo, llevando al límite más oscuro la descripción de la sociedad y las víctimas de esa sociedad norteamericana de fines de siglo XX.

María José Navia (autora de Sant, Incubante Editores): Tengo dos best sellers en calidad de placer culpable. Uno es The Nanny Diaries que cuenta las desventuras de una estudiante de NYU haciéndolas de babysitter para los ricos y famosos de Nueva York. Me gustó (y aterró) porque era mortalmente parecida a mis años de chica NYU, también babysitter, en Manhattan. ¡Incluso el personaje vivía en mi misma calle! El otro es Let’s Pretend This Never Happened, de Jenny Lawson (a.k.a The Bloggess), unas memorias absolutamente delirantes. Hace rato que no me reía tanto leyendo (reírse es poco; produce esos ataques de risa que te dan vergüenza y que sí, es mejor pretender que nunca pasan).

Antonio Díaz Oliva (autor de La soga de los muertos, Editorial Alfaguara): El vendedor de armas, la novela de Hugh Laurie (o sea, la novela de Dr. House) funciona y entretiene como una película de espionaje. A ratos, por ejemplo, da la sensación de estar leyendo una historia cercana a cintas como Quémese después de leer o Johnny English. El protagonista del libro, Thomas Lang (suerte de James Bond bufonesco), tiene que, en cuestión de horas, “defenderse con una estatua Buda, jugar a las cartas con millonarios impiadosos y poner su vida (entre otras cosas) en manos de muchas mujeres fatales, mientras intenta salvar a una linda chica e impedir un baño de sangre mundial”. Y todo funciona y uno se entretiene y -creo- tampoco hay que pedirle más a este tipo de libros. No se alcanza a detectar si el actor que interpreta Dr. House los pone de erudito (el tipo estudió en Cambridge, donde participó en una revista académica), o si todo es parte de una broma (lo más probable).

Nicolás Cruz (autor de La noche de los invertebrados, Editorial FOC): Desde hace ya muchos años que en cuanto a lecturas le quité el apellido a eso que llamamos placer culpable, reduciéndolo sólo a placer. Placer consciente y sin culpas. No tengo problema en reconocer que he disfrutado tanto de novelas de culto, de autores desconocidos y best seller por igual. Dentro de esa libertad literaria tuve la suerte de toparme hace más de diez años con dos best seller que me marcaron no sólo como lector, sino también como escritor. Dos best seller que son fiel reflejo de lo que aspira el género, dos novelas plagadas de aventuras, crímenes enigmáticos, sociedades secretas y amores imposibles, como son El Club Dumas y La Tabla de Flandes, del español Arturo Pérez Reverte. Dos libros notables y despreciados por la academia literaria. Dos libros que se basan en la acción y la aventura, principios que tanta falta parecen hacerle por momentos a la otra literatura, la literatura seria y solemne, esa que mira con desdén al best seller.

Francisco Ortega (autor de El horror de Berkoff, Editorial Forja): Caballo de Troya, de JJ Benítez. Es una hamburguesa con mucha grasa y demasiadas papas fritas. Tan agotador como adictivo. Benítez la hizo, una novela que empieza como libro de no ficción con él como protagonista, que encuentra un diario secreto acerca de un proyecto de la NASA para viajar en el tiempo y de ahí yadayada… un salto a la época de Jesús, con un Jesús cool, mino y medio Che Guevara para sus cosas al que se le aparecen Ovnis y extraterrestres. La escena de la crucifixión con el sol tapado por una supernave y un terremoto causado por una bomba atómica subterránea es cumamente maravillosa. En la línea de Dan Brown pero mil veces mejor que Dan Brown. Trash trash pero con harto kétchup.

María José Viera Gallo (autora de Verano Robado, Editorial Alfaguara): Fue mi favorito no asumido durante mi adolescencia. En esa época de sequía de crónicas de real people (y real girls) ningún otro libro como Pregúntale a Alicia me despertó tanto morbo. Sí, había llorado con Mi planta de naranja lima, otro exitazo editorial destinado a los púberes sensibles, pero ahora tenía al frente la historia de una teenager de pelo liso y largo que pedía mi complicidad. Alicia era una chica gringa que reunía todos los fenómenos de la primera post modernidad -padres ausentes, aventuras con LSD y drogas duras, incursiones sexuales-, una chica que se portaba muy mal pero sobre todo lo pasaba muy mal, una chica que todos los adolescentes de ese entonces debíamos evitar tener cerca. Me obligaron a leerlo en el colegio como manual de autoayuda anti droga, pero yo me lo tomé más literariamente: ¿por qué no escribir más historias de chicas borderline? ¿Por qué no conocer más Alicias? Leído ahora desde la distancia, nada de lo que se cuenta en el libro me parece tan terrible. Y me sorprende que haya sido un best seller. Hoy no lo sería. De esa fascinación hacia la peligrosa y pobre Alicia nació mi primera novela Verano Robado.

24 Comments

  1. concuerdo con Ortega, Caballo de Troya es mi placer culpable. Siempre me dicen que es una falsedad, sin embargo, la historia es tan cautivadora que me hice muy adicta a ella.

  2. Pucha! Qué pasa con la edición!!! No hay caso no logro ver bien este reportaje, de fondo sorpresivamente aparece una imagen que no permite leerlo! y se ve re interesante!

  3. Qué lata que algunos piensen que deben esconder lo que están leyendo, como la gente que le pone la cubierta de un libro escrito por un Nóbel a El Código Da Vinci o Come, Reza, Ama… En el colegio leía Eva Luna o los libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez (Juventud en Éxtasis) y a veces me miraban en menos por leer “basura”, pero yo los encontraba entretenidos y me daba lo mismo lo que pensaran de mí. Que lea best sellers no significa que no me guste leer escritores más respetados.

      • yo me leí -y disfruté- todos los twilight. No creo que preguntarle a “expertos” o escritores sea la mejor forma de hablar de los best seller. Si harta gente lo lee, puede ser por varias razones. Yo leo de todo, y muchas veces, por simple y pura entretención. vivan los best sellers!

  4. Uh entiendo perfectamente esa sensación jajajja, pero con el tiempo ya he aprendido a dejar de lado la opinión ajena y a asumir con orgullo lo que me gusta y lo que no. Son mis intereses y nadie puede decir si algo es bueno o malo, aquello es subjetivo. La sociedad ha establecido patrones que no necesariamente deben adaptarse a la mente de cada persona.

    Mi best seller favorito es La joven de la perla, libro que unos años tras su lanzamiento fue llevado a la pantalla grande. Es interesante, y la descripción tanto del entorno físico como de los personajes sensacional. Al leerlo me siento totalmente sumergida en la Europa del siglo XVII. El final de la historia es absolutamente inesperado, cosa que me gustó aún más: parecía ser una típica historia de amor que se tejía tímidamente, pero terminó siendo diferente. Lo recomiendo.

  5. Pucha, de lo que he leído han sido casi puros clásicos (entrarían a la categoría de best sellers??) así que no puedo opinar mucho y tengo mi lado ñoño con el señor de los anillos, pero no todos aún, nunca he leído el código por ejemplo, pero una amiga me pasó el de las cabronas, ella sentía que lo necesitaba parece, igual me gustó, es entretenido y rápido de leer, esa debe ser la gracia de los best sellers supongo. La comida rápida de la literatura.

    • oh! sí he leído, leí a Isabel Allende y Coelho, pero porque en el colegio te los hacen leer, no me molestaron de hecho La casa de los espíritus la he leído un par de veces, pero sí, los he leído ahora que me acuerdo, traté de leer Eva Luna, pero ahí lo tengo, Yo maté a Sherezade también lo compré, me gustó mucho, pero no se si entra en la categoría… por eso quizás tiro por los clásicos, para irme a la segura, me cuesta mucho escoger libros, aparte que son más o menos caros no quiero elegir mal y tampoco comprar pirata.

  6. …oh se cortó el comentario. Devoré el libro en poquitos días y quedé con gusto a poco. Tb concuerdo con lo de los placeres culpables en la lectura,en realidad son placeres conscientes donde tb concentro los sentidos ,siempre y cuando el libro me guste,sino me distraigo con una mosca volando x ahí jeje. Saludos

  7. yo leo cualquier cosa, lo que llame mi atención, ni siquiera sé lo que se entiende por best seller, tampoco entiendo porque alguien debería avergonzarse por leer dicho género, me parece mucho mas estúpida y vergonzosa la actitud intelectualoide de alguien que critique lo que otro lee.

  8. A mi me gusta “El código da vinci” No está bien escrito para nada, pero es tan rápido de leer, más que un libro era un pelicula de acción en tu imaginación (lastima que la versión cinematográfica no fue buena). También leí Cabayo de Troya y también me gustó.
    Harry Potter, todos, y estoy empezando Los Juegos del hambre, me leí el primero en un suspiro.

  9. me da una verguenza tremenda admitir que leí todos los harry potter, me tomó un par de años si, ya que los seguía mientras salían. Y ahora úlitmo, Los juegos del Hambre, me los leí en tres días…y después los leí en inglés…

    • Yo también, todos los Harry Potter y los tres Juegos del hambre…así como miles de otros “basura” pero que han llenado un espacio en mi cabeza y sobre todo en mi corazón….

      • realmente no entiendo como Harry Potter puede ser basura. tengo a los juegos del hambre en espera, igual que a un lote de lectura de género y cultura. Creo que mejor no seguiré leyendo los comentarios, me colapsa que tanta gente se culpe por disfrutar algo.

  10. Separar el placer de la culpabilidad: leer a Stephen King. Es como si el hombre cagara los libros en el baño, y así recuerdo “It”, una novela que leí a sentadas sobre el WC perdiéndome en un horror vasto y bien elaborado.

  11. uy he leído muchos placeres culpables. Hoy en día son sólo placeres (tal como dijo uno de los consultados) y punto.

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