En la segunda sesión del taller de lettering de la Fábrica Zancada nos dimos cuenta del tiempo, disciplina y detalles que se requieren para poder diseñar letras. Empezamos aprendiendo a dominar el brush pen según si los trazos eran descendentes o ascendentes, repitiendo movimientos que se ven simples cuando los hace alguien que sabe, pero son mucho más torpes cuando intentas hacerlo con manos inexpertas.
Para ir soltando la mano y lograr dominar lo que hace el lápiz hay que practicar, practicar y practicar. Páginas de ejercicios sencillos hasta alcanzar consistencia; incontables trazos hacia arriba, trazos hacia abajo, trazos en los que hay que graduar la presión levemente, con calma. Practicar en el taller, practicar en la casa y volver a practicar.
Aprendimos -e intentamos poner en práctica- que en los trazos descendentes el lápiz tiene que estar de lado, y hay que ponerle presión suficiente hasta que el pincel suene al deslizarse por el papel; los trazos ascendentes, en cambio, se hacen con la punta del brush pen, sin presión, lo más delgado que se pueda naturalmente. Y finalmente vimos con qué tipo de trazos se dibuja cada letra del abecedario, para seguir practicando antes de pensar en armar palabras y frases.
El proceso es repetitivo y puede parecer tedioso para algunos, pero para mí es un ejercicio casi terapéutico, en el que la concentración e intentos de superación y movimientos tan específicos me motivan, y tener una única tarea en la mente -al menos por un rato- me relaja como pocas cosas lo logran.
1000 horas de lo que sea, te convierten en experto de eso que haces. Claramente la practica es la clave en todo lo que quieras hacer.
Mis 1000 horas estan en improvisar, aprender, entonces como llevo tanto aprendiendo me es facil, soy experta aprendiendo cosas que no se hacer, entonces me vuelvo buena en lo que sea, de forma rapida… pero pocas cosas me mantienen atrapada por mucho tiempo, porque mi expertisse esta en aprender… y si ya aprendí, ya no estoy aprendiendo, jajajajaja