Las bromas que no son y la violencia contra la mujer

Me disculpo por una mala broma que no afecta mi aprecio y respeto por todas las mujeres.Lamento el aprovechamiento político que ha generado

— Sebastian Piñera (@sebastianpinera) June 20, 2017

por Carola

Siempre he creído que las bromas dicen mucho sobre nosotros. Para mí, son una forma de encubrir algo que realmente pensamos y que, o bien creemos que está bien compartirlo con el resto usando un poco de humor para que llegue de buena forma, sobre todo cuando son temas más complejos, o bien usamos el humor para decir algo que –sabemos– es incorrecto pero no queremos quedar mal.

Lo que pasó ayer con el precandidato –y expresidente– Sebastián Piñera en Linares me hizo reflexionar sobre esto, sobre todo cuando vi la férrea defensa de algunos, incluso de algunas mujeres. Me pareció violento y nada gracioso. No estamos en condiciones de seguir soportando la violencia en ninguna de sus formas y, para qué estamos con cosas, lo de ayer no fue un talla, no fue humor. Fue una falta de respeto y desconsideración absoluta. Y no estoy siendo grave, no le estoy poniendo color. En un país donde, prácticamente, asesinan a una mujer cada semana, no nos podemos dar el gusto de bromear con algo que es un problema serio.

Las violaciones no son un chiste. Tampoco son algo que se puede tomar a la ligera, como dicen algunos parlamentarios de derecha, suponiendo que vamos a andar inventando violaciones para acceder a un aborto. Podemos ser abusadas en nuestras propias casas, por nuestras propias parejas. Pero no, en este país aún queda gente que cree que las violaciones solo se dan por parte de desconocidos que te interceptan en la mitad de un callejón oscuro, un sábado en la noche, después del carrete. No. Por ejemplo, una cifra: en 2013 ingresaron a sistema judicial chileno más de 24 mil casos de delitos sexuales. Me imagino que en esta cifra no estará incluida la violencia sexual en la pareja, o los abusos entre pares o por parte de profesores, casos que recién están saliendo a la luz en distintas universidades del país. Hay una cifra negra aún, lo sabemos. Aún así, los números son impresentables.

No me parece chistoso. No creo que la muñeca de ASEXMA haya sido graciosa y lo que dijo ayer Piñera tampoco lo es. El humor no puede ser en base al sufrimiento de otros, tal como tampoco me parece gracioso disfrazar la homofobia de humor barato. No se trata de ser transgresor o provocativo. El lenguaje genera realidades, y cuando nos tomamos estas cosas a la ligera estamos contribuyendo a perpetuar y naturalizar la violencia. Hace un par de semanas publicaron en internet un manual con las posiciones sexuales para cuando él quiere y nosotras no. Eso, amigas mías, se llama violación, se llama abuso. Las cosas por su nombre. El sitio (era de España pero fue un revuelo total) recibió tantas críticas que tuvieron que bajar el artículo y pedir disculpas, porque ya no estamos para eso. Nos aburrimos y exigimos un trato digno, respeto y el fin de la violencia. No somos graves, no le ponemos color, tampoco es que estemos haciendo que “se pierda la gracia“.

En este país nos violan, nos matan, nos acosan y hay mujeres a las que aún les parece lindo recibir un piropo en la calle. A mí no. Quiero caminar libre. Y para caminar libre, un candidato a Presidente no puede encontrar gracioso que una mujer “se haga la muerta, el hombre se tire encima y se haga el vivo”.

Y así, reclamaremos por cada cosa que cualquiera diga y haga de manera pública, que nos signifique retroceder o seguir en el mismo lugar pantanoso en el que nos encontramos hoy. Y da lo mismo si es Piñera, Sánchez, Mayol, Kast o Guillier, no se trata de un “aprovechamiento político”, sino de ser claras: no vamos a tolerar más violencia. No más.