La memoria del agua: La delicadeza de decir sin contar

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por Galia

Matías Bize (La Vida de los Peces, Sábado) es definitivamente mi cineasta chileno favorito. Tiene una sensibilidad para contar historias íntimas y profundas incomparable. Y esta vez no fue la excepción. De hecho La Memoria del Agua podría ser una de sus mejores películas. Estrenada en Sanfic 11, cuenta la historia de una pareja que vive la terrible muerte de su hijo de 4 años y lucha por salir adelante. Es una pareja que está fracturada, pero que por el amor que se tienen tratan de recomponer la relación, pero el dolor es tan fuerte que el sólo hecho de mirarse les hace daño.

La historia va mostrando el proceso que están viviendo Javier (Benjamín Vicuña) y Amanda (Elena Anaya) post trauma, desde que deciden estar separados por un tiempo, mientras cada uno va viviendo su duelo por su cuenta. Es demoledor ver como cada uno sufre por su lado, porque dan ganas de que estén juntos apoyándose durante el proceso de duelo que sólo ellos comparten. Pero la forma en que ese dolor tan intenso es contado cinematográficamente es maravilloso.

Javier vive su proceso de dolor solo, mientras lucha por volver a estar con Amanda, pero Amanda no puede estar con Javier porque su cara sólo hace que recuerde el dolor. Ellos tratan de seguir con su vida, con sus trabajos, pero esa lucha constante por salir adelante, los hace distanciarse aún más. El gran desafío que tienen es tratar de recomponer una relación mientras se sufre tanto, y lo peor es que lo que alguna vez los unió, ahora los está separando. Esta definitivamente no es una película sobre el amor. Para mí “La Memoria del Agua” es una historia de dolor.

Bize logra conmover con cada plano, con cada toma, cada secuencia. Todo está relatado con un nivel de profundidad cautivante. El guión es pulcro, donde se puede apreciar un trabajo de desarrollo de personajes que creo no haber visto antes en una película chilena.
Las actuaciones son notables, ya que Benjamín Vicuña y Elena Anaya logran traspasar la emoción sin decir nada. Son miradas, gestos, ojos llorosos, nudos en la garganta que se exponen a través de planos detalle tan bien compuestos, de la música, de la luz, del sonido, puros detalles que te generan una emoción constante.

“La Memoria del Agua” es una película que dice sin contar, que habla sin decir, que te expresa sin recurrir al diálogo. Nunca se dice que el hijo murió, ni tampoco se habla de amor directamente. Pero sabemos que el niño murió y que esta pareja se ama profundamente. Cada plano, cada detalle aporta al relato de manera metafórica. Cada escena está filmada con una melancolía que no es necesaria ni una palabra para describir lo que los personajes están sintiendo. En esta película “una imagen vale más que mil palabras” literalmente y ese es para mí el mejor cine.

5 Comments

  1. La vi y me llegó profundamente, me la lloré toda en verdad.
    Es cuático porque las dos películas de matías bize que he visto (la vida de los peces y la memoria del agua) me han llegado clave a momentos de mi vida.

  2. La amé y pese a que pensé que lloraría mucho, no lo hice. Pero han pasado días y recuerdo imágenes, secuencias, etc. Las actuaciones son espectaculares y de verdad que es una gran película.

  3. encuentro sus peliculas intolerablemente lentas, no me arriesgo con esta, una gran amiga que vivio el perder un hijo la vio y me dijo que no le movio un pelo, que era una lata.

  4. Esperaba más. La actuación de ella me gustó mucho más que la de él. En terminos de guión me parece que busca un momento que nunca llega. Tiene algunas escenas bien logradas si, y la fotografía me gustó caleta. La música son puros lugares comunes.

  5. Está en Netflix, tuve que ponerla con subtítulos porque no se entiende nada… como puede ser tan paupérrimo el audio del cine chileno.

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