Por Belén Leyton
Kurmi tiene novedades. Hija de Saturno es un estreno doble que aborda los sentimientos confusos por la pandemia y el miedo como rasgo del patriarcado.
Ambas canciones (al igual que Tormenta) son adelantos de su primer disco larga duración que saldrá el segundo semestre de este año. Esta vez no sufre por un amor, es más complicado que eso. Y decidió hacerlo en un reggaetón a su manera.
Al cabo que ni quería salir
En la primera canción, podemos escuchar una voz confundida que empieza con versos fuertes: No, no quiero fingir que el encierro me hace mal, que me apena el desmorone de la economía mundial.
Kurmi confiesa que la cuarentena le hizo bien: “Aprendí mucho de mí, de mis capacidades. Hice cosas nuevas, he estado creando como en un claustro que me ha hecho amarme. Amar estar conmigo. Sola conmigo. Me caigo bien después de todo”.
Se llama Ni quería salir y surgió en un ejercicio propuesto por Yorka: canciones sobre la pandemia. Y Kurmi no la estaba pasando tan mal con el encierro: “No iba a fingir pena o lata porque este sistema reventara de alguna forma. En el fondo, como música y con mi familia viviendo de la música, siempre el sistema nos excluyó”. Al cabo que ni quería salir.
Para la artista, es una canción de hastío o indiferencia a lo que estaba pasando, pero también de rabia por lo que sucedía antes: “El mundo ya estaba poniéndose muy perverso, muy triste… ¿para qué tanto interés en salir?”. Y al final el mundo no se acaba. Nos dijeron el 2000, 2012, 2020. Pero aún estamos aquí, se sostiene bien la matrix.
Vieralonso, acompaña la canción con versos rapeados llenos de crítica social al sistema: Tengo miedo de quiénes dependemos, a veces siento que ya perdimos el juego. Por más despiertos que nos creamos, un pestañeo y nos tienen encerrados.
Timidez como rasgo del patriarcado
Siempre nos han enseñado que el primer paso lo debe dar un hombre: pedir pololeo, matrimonio, invitar a salir. Y Kurmi pocas veces es tímida, pero es insegura con las relaciones amorosas: “Jamás le he dicho a una persona que me gusta”.
Le gustaría dejar de serlo, para ser más directa: “No quiero tener ese miedo absurdo a que me digan que no les gusto. Todas las personas están en su derecho de elegir. Puedo no gustarle a alguien. Y por ese miedo, me he eternizado con sentimientos durante años. Hay mucha gente que tal vez nunca sepa que he estado prendada de ellas o que han estado en mi mente”.
Esta canción habla de cómo es Kurmi. Una sensualidad escondida, una fantasía no resuelta que espera a un otro para concretarse: Soy hija de Saturno.
Pero en la música también se siente más confiada, ahora agrega arreglos musicales propios, “empoderándome de los sonidos y no sólo de mis letras y melodías”. El teclado con el que empieza Tímida, lo hizo ella, y también agregó charangos tocados por su padre.
La astrología en Hija de Saturno
Las canciones salieron juntas porque son hermanas en la base de reggaetón, pero también por los bloqueos de los aros de Saturno: lo que no puede suceder.
Kurmi creció escuchando a su mamá hablar de los signos zodiacales y viéndola interpretar las actitudes de otros en base a eso. Cuando le preguntó, se dio cuenta que era una costumbre heredada por su propia madre. “Desde muy chica empecé a tratar de entenderlo instruyéndome, leyendo y viendo videos. Y me encantaba. A veces recuerdo más el signo de las personas que sus propios nombres, porque entiendo muy bien las esencias de las personas por su signo zodiacal”, dice.
Si bien, desde su adolescencia está interesada en el tema, hace como dos años sacó su carta astral y empezó a estudiarla. También lo vio como una oportunidad para crear música. Para ella es un mapa para el autoconocimiento: “No creo que la astrología sea predictiva. Pienso que son conocimientos ancestrales que tienen que ver con flujos de energía”.
Esto fue lo que aprendió: “Tengo un stellium (conjunto de planetas) muy grande en Capricornio. Su planeta regente es Saturno. Por eso Hija de Saturno. Creo que soy capricorniana en amplios espacios de mi vida. Sin embargo, mi ascendente Piscis suaviza un poco tanta dureza de la tierra. Me vuelve más sensible, emocional y conectada con el arte y todo aquello que está fuera de este plano tan material”.