Por Quena Pérez de Arce
Hace tiempo que dejé de ver trailers, así que cuando fui a ver Jane by Charlotte en el Festival In-Edit, no tenía idea a lo que iba. Por un lado tenía una leve esperanza de encontrarme con un documental con mucho material nunca visto del archivo familiar de los Gainsbourg, pero por otro, feliz me conformaba con un registro de los shows sinfónicos que Jane Birkin y su hija Charlotte dieron juntas en honor a Serge. Lo que fuera, me interesaba, así que simplemente me deposité en mi asiento para recibir lo que viniera.
Lo que nunca jamás esperé era encontrarme con un retrato tan poco idealizado de una mujer que para mi gusto, es una de las más lindas y carismáticas que han pisado el planeta tierra en los últimos 700 años.
(Antes de seguir, hago la aclaración de que este documental asume de entrada que todos sabemos quiénes son Jane, Charlotte, Serge y su familia extendida, así que por lo mismo yo también lo estoy dando por entendido. Si no tienes idea de quiénes estoy hablando, te recomiendo parar acá, dejar esta pestaña abierta, ver esta película hermosa y volver).
Jane by Charlotte no habla de nada de lo que se ha dicho mil veces sobre Jane Birkin. Ni de lo bonita, ni de lo talentosa, ni de su canastito de mimbre, ni de la cartera bautizada en su nombre. Ni siquiera de sus películas o sus canciones. Acá la imagen de Jane cae como un peso muerto desde lo más alto del Olimpo para ponerse al mismo nivel que el de todos nosotros, los simples mortales.
El documental, en el que Charlotte entrevista a su madre y por primera vez hace de directora, nos revela que –oh sorpresa– Jane Birkin es humana y que tiene miedos, preocupaciones, arrepentimientos, culpas, vergüenzas, arrugas y kilos de más.
Las dos mujeres nos abren las puertas de sus casas (que están lejos de ser perfectas), y nos dejan verlas despeinadas y sin maquillaje y escucharlas en una conversación tan personal que en varios momentos llega a ser incómoda, en la que hablan de todo: la relación entre ellas, la de cada una con sus hijos, sus padres, sus hermanas y sus parejas, la trágica muerte de Kate Barry (la hija mayor de Jane), la adicción a las pastillas para dormir, los errores de la maternidad y de la eterna culpa por no ser justa con tres hijas de distintos hombres. Pero por sobre todo, hablan sobre el paso del tiempo.
Jane by Charlotte es la historia de una hija queriendo conocer bien a su madre antes de que sea demasiado tarde, y de una madre que ya está vieja, enferma, insegura, y con un leve mal de diógenes, tratando de disculparse con la hija antes de que le llegue la hora. Esta película nos deja claro que Jane Birkin no existirá para siempre, y que de hecho ya no existe. La Jane que vive en nuestro imaginario ya fue, y la que queda es la que es madre, abuela, viuda, hija y hermana.
Aunque esperes algo diferente, es bueno ver y digerir este documental y su mensaje, porque te tengo una noticia: Si le pasó a Jane Birkin, también te va a pasar a ti. Envejecer es difícil, incluso para una mujer como ella. Pero tal vez es una buena idea tomar su recomendación y aprovechar que con los años se pierde un poco la vista para sacarse los anteojos, verse borrosa y tratar de enfocarse en lo que nos queda y no en lo que ya fue.