por @patyleiva
Conocimos al autor mucho antes de convertise en uno. Miguel Ángel (32 años) tomó uno de nuestros clubes de escritura con María José Viera Gallo, y ahí fuimos testigos del desarrollo de algunos de los cuentos que ahora figuran impresos en Irse a las manos, el primer libro de Miguel Ángel Cortés Vidal.
Para mi, lo mejor de los cuentos de Miguel Ángel –quien siguió trabajando su pluma en los talleres de la Ina Groovie– es la sinceridad que percibo en sus palabras, la ausencia de pose y pretensión, su humor y gracia al abordar dos miradas en una historia corta. Hay cuentos que hablan de cosas tan simples como echar carreras con una desconocida en la calle o de mensajes ocultos a través de citas literarias. Otras que giran sobre el borgoña, una rueda pinchada, un tatuaje o una muerte, todo, desde una mirada interior en la que la voz que habla, conversa consigo misma. Los escenarios descritos se van armando en la imaginación del lector que en poco tiempo ya habita en la mente del autor. El lenguaje es coloquial, muy chileno, cargado de referencias literarias que forman parte importante de varios cuentos. Los cuentos son cortos y los personajes suenan auténticos, no hay fuegos artificales ni efectos especiales.
“Los personajes de estos cuentos son chicos solitarios, quebradizos, platónicos, anti-hipsters, atrapados en una cotidianeidad monocromática”. “Un debut sorprendente, donde se juega una sensibilidad masculina real, sin máscaras, como pocas veces se ve en nuestra narrativa”, dice María José Viera Gallo en su comentario sobre el libro.
Irse a las manos, el primer libro de Miguel Ángel Cortés Vidal –ingeniero informático de la Universidad Federico Santa María que además estudió Artes en la Universidad de Chile–, está editado por Editorial Forja. Precio de Referencia: $8.080 en librerías Antártica.