Sin duda son muchos y muchas, o debería decir más bien muches, los que han ido a bailar a la famosísima discoteca Blondie, y es tan famosa que el destacado periodista Rodrigo Fluxá, el autor de otros importantes títulos como “Solos en la noche, Zamudio y sus asesinos” (2014), “Usted sabe quién: Notas sobre el homicidio de Viviana Haeger” (2019), entre otros, se dio la tarea de entrevistar al elenco que configuró esta especie de mundo paralelo que a muchos les significó una vía de escape cuando Chile aún no lo tenía. Con elenco me refiero a los dueños, los productores, djs, asistentes (la common people) y algunos famosos que vivieron su adolescencia entre las paredes y la música alternativa que sonaba en la Blondie. Así es como se gestó “Gente Común, una historia oral de la Blondie”.
Como ya sabemos Chile venía saliendo recién de la dictadura y con ello, intentaba a paso muy lento salir de los cartuchismos y conservadurismos propios de un país que estuvo encerrado y reprimido por tanto tiempo.
Para los que no se han familiarizado aún con el formato de historia oral, podemos decir que es un texto que tiene como estructura los guiones, y éstos van dejando hablar a las fuentes que el periodista ha logrado contactar para contar la historia. Así es, los mismos protagonistas son quienes narran sus anécdotas.
Se ha visto en otros libros muy interesantes como “Meet me in the bathroom”, de la periodista Lizzy Goodman, donde los propios músicos de la escena neoyorkina de los 2000 contaron su versión de lo que ha sido esa movida musical. Por otro lado, también está el libro sobre el grunge “Everybody loves our town” de Mark Yarm, que sigue la misma dinámica.
Pero bueno, ya que existe una historia oral de esas escenas rockeras, ¿por qué no podía existir un relato coral de la discoteca que ha servido como refugio de ya varias generaciones que se sentían incomprendidas y que creían que no tenían un lugar de encuentro?
Obviamente la Blondie es merecedora de un texto como éste, que Fluxá ha sabido armar de manera muy astuta, dando al lector no solo el deleite de leer a los personajes principales con sus propias voces, y por ende, con sus propios modismos y muletillas, sino que también ha logrado emocionar con las distintas experiencias que tuvieron lugar una vez en el recinto de Estación Central.
Desde anécdotas hilarantes tanto de los dueños, djs y asistentes habituales, hasta historias de parejas que se conocieron bailando en la pista, “Gente Común, una historia oral de la Blondie” –cuyo título hace referencia a la canción “Common People” del disco Different Class de Pulp, banda fundamental de la banda sonora de la discoteque–, retrata de manera muy convincente el detrás de escenas de cómo se creó este espacio en donde las personas jóvenes pudieron vivir un destape no solo de personalidad, sino que también de diversidad sexual y de tolerancia con sus pares.
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Me hubiera gustado sin embargo haber leído sobre algunos hitos que sé que ocurrieron ahí, como cuando el cantante de Franz Ferdinand, Alex Kapranos fue dj en una de las fiestas, por ejemplo. Pero quizá eso sería otro tipo de libro, más enfocado en lo musical (y quizás sea más bien un deseo melómano de mi parte).
Debo reconocer que a mis casi 30 años, jamás he tenido el placer de pisar la Blondie, pero siempre he querido ir, así que después de la lectura de este tremendo libro, quedo con más ganas de ir a bailar a ese icónico lugar.
Zancada conversó con el periodista Rodrigo Fluxá sobre este libro, que ya se encuentra entre los títulos más apetecidos en librerías. También habló sobre cómo lidiar con las fuentes cuando ya se ha publicado un texto, entre otras cosas.
– ¿Qué lo llevó a escribir sobre la Blondie?
Fue una suma de cosas. Primero, venía de trabajar muchos años en temas muy desgastantes en lo emocional, como el libro sobre el caso Haeger y las investigaciones sobre Herval Abreu y Nicolás López. Tenía ganas de trabajar en algo más celebratorio; no estar preguntándole siempre a la gente por historias traumáticas, sino que al revés, sobre historias alegres, buenos recuerdos. Poder pasarlo bien yo también en el proceso. Y en paralelo estaba leyendo el libro de Hooky sobre la Hacienda, en Manchester. Y estaba bueno, pero todo el rato pensaba: pero yo no conozco a esta gente, qué ganas de leer algo así sobre una discoteque en Chile. Y bueno, yo he ido siempre a la Blondie, fue parte de mi juventud, me formó de varias formas.
-¿Por qué escogió el formato de historia oral?
Era un tema tan personal para mí, que preferí sacarme del medio, incluso como narrador, para que lo que brillara fueran los testimonios de los entrevistados. La magia de la Blondie siempre ha sido su gente. Además es gente muy divertida, que cuentan las historias con gracia. Quería mantener eso en el libro. Fue otra de las razones para hacerlo; poder explorar el humor. Es un libro con tallas, con chistes, algo que cuesta encontrar en el periodismo más formal chileno.
-¿Qué libros con esa estructura lo inspiraron para llevar a cabo este texto? Más que inspirarme, el que me gusta mucho es el “Please Kill Me”, que narra el auge del punk en Nueva York. Pero ahí los entrevistados eran Los Ramones, Lou Reed, Iggy Pop, gente muy famosa, que genera atención por sí misma, entonces el libro podía descansar en eso. Mis entrevistados, en cambio, eran gente común, lo que al final, en vez de un problema se transformó en una exigencia que hace el relato más universal. Tengo que presentar mis personajes, desarrollarlos, mostrar sus heridas para que la gente los entienda, los quiera, y hagan el recorrido con ellos, sin importar si el lector fue o no la Blondie. En ese sentido hice el libro pensando que mi mamá pudiese leerlo, entenderlo y disfrutarlo. No algo de nicho.
-Al leer “Solos en la noche, Zamudio y sus asesinos” y luego “Gente Común, una historia oral de la Blondie”, se puede encontrar la relación de ambos libros en que los asesinos de Daniel visitaban la Blondie, en este sentido, a partir de la historia de la noche del asesinato, ¿usted quiso ahondar más allá de la mención que se hace de la Blondie en ese libro con esta historia oral?
No sé si entiendo bien, pero la mención es un hecho de la causa: los asesinos de Zamudio iban a la Blondie. Intentaron ir esa noche (no pudieron entrar por estar curados), pero habían ido otras veces. Parece una contradicción, por lo icónica que ha sido la Blondie como refugio de la comunidad LGTBI, pero pasaba: siempre gente con ínfulas neonazis rodeó la discoteque. Supongo que los fenómenos de búsqueda de identidad generan esas contradicciones a veces.
-¿Podría existir una especie de segunda parte de “Gente común” en donde se profundice más en eventos específicos llevados a cabo en la discoteca?
Encuentro bastante específico el libro. O tan específico como se puede ser, sin dedicarse solo al nicho de gente que es asidua al lugar. Más que hacer yo una segunda parte, sería interesante que alguien escriba otro libro sobre “su Blondie” en particular. Porque al final
cada uno tiene su versión de la Blondie, ya sea por edad, por estilo de música. Y no solo de la Blondie, ojala en general se escribiera más no ficción sobre locales nocturnos o movimientos culturales.
-¿Cómo ha sido tener que lidiar con las opiniones o juicios que se han hecho de sus libros, ya sea por parte de las mismas fuentes que prestaron sus testimonios, así como de algunos lectores?
Es siempre parte del proceso: hay gente a la que le gusta, gente a la que no le gusta. El compromiso que toma uno, más que pensar en a quién le gusta y a quién no, es en ser lo más preciso posible y fiel con cómo fueron las cosas. En este caso en particular tampoco queda tanto espacio para la interpretación; la historia la cuentan los propios entrevistados.
-¿Qué otros lugares o hitos podrían ser merecedores de una historia oral para usted?
Millones. Yo más que sufrir por falta de temas sobre qué escribir, sufro por falta de tiempo para hacerlos. Igual no sé si vuelva a hacer algo en el formato historia oral. Tenía la fantasía, mientras hacía las entrevistas, que fueron casi cien, que al final, al momento de escribir, todo se iba a ordenar como por arte de magia y la historia se iba a contar sola. Pero terminó siendo un rompecabezas casi imposible de ordenar. Terminé apenas y me hizo sentir bastante tonto durante todo el proceso.