El martes 10 de mayo, a las 19.30 horas, en la facultad de Comunicaciones de la UDP, el escritor chileno Alejandro Zambra lanzó su tercera novela, Formas de volver a casa. Años antes, ya había sorprendido a casi todos –y molestado a algunos cuantos– con la publicación de Bonsái por la editorial Anagrama. Su nueva novela, que ya está a la venta en librerías, también aparece por la misma editorial y de hecho Zambra viajará este mes a España para presentarla. Y si tuviera que pedirles algo, les diría que la leyeran. Acá van las razones:
Formas de volver a casa comienza con un terremoto, el año 1985. Los protagonistas viven en Maipú. Son niños, juegan a estar asustados. El narrador conoce a Claudia, se enamora de ella. Ella le abre la puerta de su casa. El hace lo que Claudia le pide. El narrador también habla de sus padres, de Pinochet, de las casas pareadas y homogéneas de Maipú, y de las familias que residen en ellas. Las familias sin historia, como apunta Zambra. Si la novela se mantuviera con esas escenas sería solo eso, una historia para las familias sin historia.
Pero la novela no empieza ahí, realmente. Páginas después, otro protagonista, un escritor separado, quien escribe los trozos de infancia que acabamos de leer, quien, al mismo tiempo resuelve su dilema sentimental con su antigua novia, confiesa: “Pero estoy contra la nostalgia. No, no es eso. Me gustaría estar contra la nostalgia (…) me asombra la facilidad con que olvidamos lo que sentíamos, lo que queríamos.” En muchos sentidos, la novela de Zambra es y será vista como una novela sobre padres e hijos, una novela sobre los años ochenta, e incluso una novela sobre la dictadura. Creo, o al menos así la recordaré, Formas de volver a casa es también una novela contra la nostalgia, contra el peso de la nostalgia, contra el amor que tenemos por ella.
Esa condición, hace que sea también una novela de amor, un libro que uno pudiese dedicar a los amores perdidos. Hay también, en la búsqueda de los recuerdos del fracaso matrimonial, de la infancia olvidada, una ternura entrañable, como si los protagonistas, silentes, tranquilos y solitarios, lucharan por decidir si convivir con los recuerdos sea una versión de la vida tan plausible como aquella que los soslaya.
De algún modo, también, Zambra logra superar todas las etiquetas anteriores e inscribe su novela –sin quererlo, intuyo– dentro de aquellas obras que, por más que estén circunscritas a una época específica, son capaces de identificar a muchos. Supongo que eso hará que muchas personas –me incluyo– pensarán que Formas de volver a casa es una muy buena novela, una novela tan buena que los obligará a reeerla, tan buena que podrás obsesionarte con ella, hablar de ella a tu amigos hasta cansarlos. Y, por supuesto, lo es.
*zancudo invitado
justo me lo compré la semana pasada.
Me encantó Bonsái (y me intriga qué hará Jiménez con la película)
leelo leelo
Gracias por recomendar buena lectura!!!!!
Muchísimas gracias por el dato del lanzamiento, puede entrar cualquier persona?
Leí las dos mini movelas de Zambra (mini por su extensión nada más, quienes las hayan leído estarán de acuerdo). Leer La vida privada de los árboles para mí fue un placer de esos con los que uno no se encuentra muy seguido. Zambra escribe de una forma tal que la descripción de las cosas es muy transparente..sobre todo de los estados de las personas. Es tan “limpio” su relato que te sientes cerca de lo q va ocurriendo.
Estaba esperando esta tercera novela, qué maravilla q ya está!
Después de mucho tiempo, al fin pude leer Bonzai y me encantó 🙂
Así que de todas maneras voy por “Formas de volver a casa”
bonSai!
Bonsai, sorry!
no me gustó Bonsái, pero no pierdo la fe en Zambra. Y tengo muchas ganas de ver la película de Jímenez!