Por @patyleiva
Fleabag está nominada a los Globos de oro como Mejor serie de televisión (comedia)
Phoebe Waller-Bridge como Mejor actriz de televisión (musical o comedia); y Andrew Scott como Mejor actor de reparto en miniserie o película para TV.
Fleabag le habla a la cámara, pero en realidad se habla a sí mismo, y te habla a tí. La complicidad es instantánea. Las escenas más dramáticas pueden ser las más absurdas y divertidas. La dirección es extraordinaria; la música de cierre de cada episodio es lo que se dice “badass”, rockera, inesperada, genial, y Phoebe Waller-Bridge, protagonista y creadora es una genia.
Logra esos diálogos que dicen todo sobre un personajes. Basta con escuchar una frase de Martin y sabes que es un cerdo; y al primera comentario pasivo agresivo de la madrina –representada por la brillante Olivia Colman, sabes que es la enemiga.
La historia romántica es importante e interesante, pero no más que la amistad y la relación de hermanas. Claire y Fleabag se quedaron sin mamá y con un padre que no sabe conectar con ellas. De alguna manera sólo se tienen la una a la otra, con todo lo que la hermandad significa.
Andrew Scott es el cura, y debo decir que hace mucho tiempo que no veía a un personaje tan encantador en pantalla. Los gestos, los diálogos, el sentido del humor es tan natural que simplemente le crees todo.
Pero lo principal es Fleabag, lo que siente, lo que no logra sentir, lo que dice y lo que no dice pero que sí escuchamos, lo que es, lo que fue y lo que quisiera ser. Eso es lo más importante, la búsqueda, los porrazos, la maldita realidad y los benditos momentos de la vida.
La serie ya la rompió en los Emmys, y sinceramente espero que en los Globos de oro también lo logre porque es realmente una innovación en su género.