El de ayer fue un día negro. Después de la marcha estudiantil, dos jóvenes estudiantes -de 18 y 25 años- terminaron muertos a balazos. El presunto asesino era un veinteañero con historial violento y de detenciones, que amenazó y disparó a los jóvenes que supuestamente estaban dañando la puerta de la casa de su papá.
Como si esa noticia no fuera ya lo suficientemente trágica, más me horroricé cuando en el transcurso del día empezaron a aparecer esos que sin siquiera haberse enterado de la noticia completa ya condenaban a los estudiantes, como si tuvieran alguna culpa en su propia muerte por “andarse rebelando”, como si marchar por sus derechos los convirtiera en delincuentes y merecieran ser penados con balazos y muerte.
Por otro lado -igual o más violento-, me encontré con comentarios y funas online (¿hay algo más cobarde?) hacia el supuesto asesino. Comentarios con odio entendible, pero tantos y tan agresivos que hacen que francamente lamentablemente no me extrañe que haya quienes lleven a las pistolas lo que otros dicen con palabras.
El que les disparó a los estudiantes muertos en Valparaíso no es una excepción. No es un loco suelto, sino alguien parte de una sociedad que parece que sólo sabe responder a la violencia con más violencia; una sociedad que en vez de horrorizarse ante las torturas conocidas como “detenciones ciudadanas”, las entiende, las comete y las celebra.
Todavía no puedo creer esto, es simplemente atroz…
Horrible
Pero hay que honrar la verdad y esta reaccion desmedida no fue porque los chicos estuvieran marchando o pidiendo sus justos derechos, tuvieron el poco juicio de dañar la propiedad de una persona y la mala suerte que el afectado
fuera un descriteriado con antecedentes
¿y si las personas baleadas sólo hubieran pasado por ahí? ¿ahí si que sería “terrible” y dejarías de buscarla la quinta pata al gato?