
Por @patyleiva
Previo a su presentación en Lollapalooza Chile 2025, conversamos con Cancamusa sobre su transición de baterista a solista, cómo vive la experiencia de liderar su propio proyecto y la importancia de la creatividad en su música y estética.
¿Cuán distinta es tu sensación antes de un festival en el que tocas como baterista en una banda, versus uno en el que eres el artista central?
Bueno, es algo completamente distinto. Tocar batería en una banda o en algún proyecto acompañando a solistas ha sido mi oficio de toda la vida. Es algo que he desarrollado con los años y que implica ser un puente entre los demás instrumentos, sostener la banda y acompañar desde la fuerza, la intención y el cuerpo.
Ser solista, en cambio, es otra experiencia. Interpretas tus vivencias, tus canciones, miras a los ojos al público, sostienes el concierto y llevas a tus músicos. Es una sensación completamente distinta y muy nueva para mí, como un juguete nuevo que estoy aprendiendo a conocer. Nunca pensé que estaría adelante, siempre soñé con ser baterista, pero la vida me sorprendió y en un momento me gustó mucho. Para mí, la creatividad es esencial, y a través de las canciones y de escribirlas, llegué a ser solista.
Este fin de semana me toca conectarme con ese lado, con mis canciones, con cantar al público y escuchar su respuesta. Es una conexión especial con los oyentes, y en un festival masivo se vive de una manera única.

Ahora que mencionas que nunca esperaste ser solista, ¿hubo alguien que te empujara a dar ese paso? ¿O por qué dices que la vida te sorprendió? Porque mi sueño siempre fue ser baterista. Pero para mí, la creatividad siempre ha sido algo esencial, incluso más que tocar batería. Siempre escribía, inventaba cosas, creaba espacios en mi casa, dibujaba, pintaba… pero mi lado artístico era algo más silencioso.
Mis amigos y quienes me conocen siempre supieron que tenía ese lado creativo, pero yo lo expresaba más en casa. Con los años aprendí a sacarlo hacia afuera y a comunicar mis ideas. Nunca imaginé liderar la música desde adelante. Mi sueño era ser baterista, pero de repente me encontré con este lado mío de cantante.
En el colegio artístico donde estudié, yo era la baterista, pero de repente me empezaron a escoger como cantante. Yo quería seguir con la batería, pero me decían: “No, también puedes cantar”. Y pensé: “Si voy a ser cantautora, tengo que ser capaz de pararme en el escenario y cantar mis canciones con la guitarra”.
En estos últimos años, me he dedicado a aprender eso. En 2023, me lancé como solista, viajé con mi guitarra por distintas ciudades y países, y fue hermoso conocer a la gente que escuchaba mis canciones. A cada lugar donde llegaba, había personas que las cantaban. Fue un regalo muy bonito.

¿Te sientes cómoda en ambas posiciones, como baterista y como solista?
Sí, totalmente. He ido encontrando mi lugar. La guitarra me ha ayudado mucho en esta transición de la batería a ser solista, ha sido un puente. Me ha permitido estar adelante y ocupar mis manos de otra manera.
Desde muy joven estudiaste música y tienes una formación de años. En Zancada siempre nos gusta preguntar: ¿a qué jugabas cuando eras niña?
¡Esa es una muy buena pregunta! Siempre me gustó crear en casa. Mi mamá es diseñadora, y mi abuela bordaba, así que siempre había máquinas de coser en la casa. Desde chica estuve rodeada de géneros, colores, texturas. Me encantaba hacer cosas con las telas, construir espacios con materiales, inventar cosas.

Hablando de estética, en tu último lanzamiento con Gepe se nota una paleta de colores muy pensada, con una puesta en escena lúdica. ¿Qué tanto participas en ese imaginario visual?
Esa pregunta se relaciona mucho con la anterior. Desde niña tuve la oportunidad de conectar la música con los colores. Cuando creo una canción, ya tengo claro el color, la estética, hacia dónde quiero llevarlo. Y es muy bonito trabajar con equipos que pueden traducir y llevar a cabo esas ideas.