Una de las cosas que más he disfrutado de volver a trabajar en una oficina es el ritual de almorzar con mis compañeras. Siempre me ha encantado compartir comida rica y una buena conversa, y tener la oportunidad de hacer eso todos los días me hace feliz. Además, justo tengo la suerte de tener compañeras muy buena onda, con quienes me puedo reír mucho, hablar tonteras y también compartir sentimientos más profundos.
Estuve trabajando un tiempo desde la casa y, sinceramente, es demasiado cómodo: me encantaba tomar desayuno en la cama, trabajar en la cama, almorzar en la cama, y luego ducharme y volver a ponerme pijama (sí, soy una morsa). Además, con esto del cambio de horario sólo me despertaba cuando ya había luz, tipo 9 am, prendía el computador y ya estaba trabajando.
Ahora hago un esfuerzo sobrehumano para levantarme a las 7 de la mañana y salir camino a la oficina cuando aún está oscuro. Pero vale la pena el esfuerzo. Sin duda hay otras razones que también me motivan a trabajar, como que estoy siempre aprendiendo algo nuevo y siento que lo que hago aporta algo a la sociedad, pero creo que el ritual del almuerzo con mis compañeras de oficina es un momento fundamental en mi felicidad laboral.
Durante 4 años trabajé en un lugar donde me hice los mejores amigos, pololo incluido, y ahora que trabajo en otro lugar (que por cierto me fascina), lo que más extraño son los almuerzos juntos.
Todavía sigo metida en el grupo whatsapp de mi ex trabajo y cuando coordinan dónde irán a almorzar me da nostalgiaaaaa. A veces tengo la tentación de salir corriendo y sumarme, pero casi nunca lo logro por la distancia, reuniones, etc. Igual me junto ene con mis amigos, pero extraño ese momento cotidiano del almuerzo.
El otro día nos tocó analizar con el equipo los resultados de las típicas encuestas de clima. Concluimos que una de las cosas que nos diferencias de otras áreas es el hecho de que almorzamos juntos y los happy hours por ejemplo. Pero el sólo hecho de ir a comer y hablar de mil tonteras hace que se genere un ambiente más cercano entre nosotros.
El otra pega todos comían en sus puestos y era super fome..se hacia largo el dia..
Si, extraño una pega que dejé hace mil años por los almuerzos.
Cuando llegué no conocía a nadie, toda polla y un día una colega me invitó a almorzar con otras colegas en su oficina, pero con la condición que me quedara callada (!) porque a esa hora se juntaban para ver una teleserie con Zabaleta, y acepté. Fue la mejor decisión porque después de la teleserie comentábamos nuestras vidas nos hicimos grandes amigas.