depresión

El momento de asumir mi depresión y poder hablar de eso

Asumo que tengo depresión severa, una enfermedad de origen químico y/o genético, que no se me va a pasar porque me digan “cambia de actitud” o “ se más positiva”, que tengo que ser rigurosa con mis medicamentos, buscar terapias alternativas, cuidarme, y sobre todo, a aprender a pedir ayuda cuando la necesito. Nadie elige tener depresión, nadie elige ser diabético, ni nadie elige tener asma, soy una humana más con un diagnóstico con el que debo lidiar y no sentir vergüenza por eso.

depresión
POR ANTONIA
Hace algunos meses, una situación puntual desencadenó en mí una fuerte caída emocional. Lloraba todo el tiempo, no le veía el sentido a nada, sufría de pesadillas, insomnio y lentamente empecé a tener deseos de morir. Nunca me visualicé cortándome las venas ni nada de ese estilo, pero veía mis pastillas (a esas alturas ya estaba con tratamiento psiquiátrico potente por la depresión) y pensaba, ¿qué pasaría si me las tomo todas y se acaba este letargo tan triste?

Mi siquiatra, al oír estos deseos de morir tantas veces, optó por internarme en una clínica psiquiátrica. Jamás había pisado una y me sonaba todo muy extremo y terrible, pero sabía que seguir como estaba iba a ser cada vez peor, así que accedí. Todo fue muy rápido, al día siguiente ya estaba ingresada en la clínica, donde me dejaron inmediatamente desconectada del mundo exterior. Me quitaron el celular, las llamadas y las visitas eran controladas, sólo pude quedarme con un libro, mi ropa y mi cepillo de dientes.

Además debía compartir pieza con dos desconocidas en el momento más vulnerable de mi vida. Estaba realmente nerviosa, ni siquiera podía comer, pero para mi sorpresa, las demás pacientes resultaron ser muy acogedoras, tenían un tacto adecuado a la situación, a pesar de ser muy directas para preguntarme todo, y esa inesperada empatía era todo lo que necesitaba en ese momento.

Me convidaron chocolate, un tesoro muy preciado ahí, ya que en esas clínicas se prohíbe el azúcar, era un pequeño trocito de Sahne-nuss, parte de un contrabando dulce que ellas tiernamente compartieron conmigo a modo de bienvenida. Antes de esto, contaba al cien por ciento con el apoyo de mis amigas, quienes me ayudaron en este proceso y jamás me cuestionaron ni juzgaron por decidir estar ahí, pero durante esta “caída emocional” como le digo yo, intentaban, al igual que yo, poner paños fríos a la situación, apagar mi tristeza de otros modos, que yo también creía, eran los correctos, pero en la clínica entendí que el camino que se me venía pasaba por otro lado e iba a ser más largo de reparar de lo que yo pensaba.

Por supuesto, ví situaciones fuertes, a veces me sentía en un capítulo de Orange is the new black, ahí me di cuenta de que la depresión juega con nuestras mentes de formas muy diversas, cada individuo la pasa a su manera y en distinta intensidad. Yo era de las que tenían un problema piola, por así decirlo. Los primeros días los pasé muy medicada, prácticamente no los recuerdo, pero descansé todo lo que no había podido en los últimos meses. Luego eso se fue regulando y pasaba las tardes leyendo, conversando y compartiendo experiencias con mujeres de todas las edades mientras pintábamos cajitas, regábamos el pasto o jugábamos carioca.

En las terapias sicológicas fui descubriendo que no estaba “pasando por un momento” como yo creía, sino que tenía una enfermedad llamada Depresión severa y que, probablemente, la arrastraba hace años. Efectivamente, había tomado antidepresivos en algunas etapas de estrés, pero solo lo asociaba a eso, jamás pensé que padecía de algo. Para mi era estrés laboral o uno que otro problema personal. Si no hubiese estado en este lugar con esas mujeres que sufrían lo mismo o más que yo, en donde hablábamos de nuestros malestares sin ningún pudor, no me atrevería a asumir mi problema y menos a escribir este post.

Ahora asumo que tengo una enfermedad de origen químico y/o genético, que no se me va a pasar porque me digan “cambia de actitud” o “ se más positiva”, que tengo que ser rigurosa con mis medicamentos, buscar terapias alternativas, cuidarme, y sobre todo, a aprender a pedir ayuda cuando la necesito. Nadie elige tener depresión, nadie elige ser diabético, ni nadie elige tener asma, soy una humana más con un diagnóstico con el que debo lidiar y no sentir vergüenza por eso.

unsplash-logoMaranatha Pizarras

3 Comments

  1. Pues me parece muy valiente de tu parte seguir adelante a pesar de todas las adversidades y te felicito por ser así porque algunos simplemente no lo aceptan,pues si,la depresión es algo con lo combatir diaria mente pero es lo que te permitió abrir los ojos, tal vez no de una manera muy agradable..pero lo hizo y es cuestión de seguir adelante porque (no lo podría asegurar) pero debe haber muchas personas que estén apoyándote y debes llegar lejos por ellos y por ti … No es imposible por muy humana que seas solo depende de que tan comprometida estés…
    Pues tienes mi admiración,cuidate :)

  2. excelente “post”, la mejor manera de hacerle la pelea a la depre, en un sentido generico es hacerla conocida , normalizarla en el sentido que a mas de alguno le puede pasar, y exponerla así tal como es, reconocerla, aceptarla y pelearla, porque se puede vivir perfectamente si uno tiene o ha tenido depre. pero es como que ” da verguenza” o ” es de locos”….y para nada! no es así!!!! te felicito por tu testimonio!!!

  3. Muchas gracias por compartir tu experiencia! Me parece muy valiente y generoso de tu parte. Creo que es un tema muy interesante, que nos afecta a tod@s de una u otra forma y del que se habla poco.

Comments are closed.