Por Sol Evans
Ir a Buenos Aires siempre es un regalo para mí. Parada obligada es Coronel Díaz, por si un día veo a Charly García por su barrio. Esta vez fue el trabajo el que me llevó hasta allá, con agenda llena de actividades (pero siempre hay espacio para ir al Ateneo y caminar.)
Regresando hacia el hotel me cruzo con Fito en la calle: un saludo rápido y seguir desde la emoción. Obvio.
Ahí todo corrió con la sincronía más perfecta de la vida: un mensaje de WhatsApp, invitación a la escucha exclusiva del nuevo single de Charly en La Fábrica, donde él ensayaba y pasaba sus días tocando, experimentando y simplemente pasándolo bien.
Correr en círculos de felicidad y bajar el cambio a la ansiedad hasta que llegara la fecha.
Fue martes a mediodía y fui a la exhibición para prensa. Lugar refaccionado, hermoso, todos los íconos de la prensa musical argentina, el video y el sonido espectaculares.
A seguir trabajando y hacer que la agenda calzara para poder llegar a tiempo con el equipo (no estaban invitados, así que no podía obligarles a estar).
La convocatoria era a las 7, porque a las 8 llegaría él. Y así fue. De repente, para un taxi histórico de la televisión argentina, se acerca la seguridad, marca el acceso y pasa Tato Vega con Charly en su silla, sonriendo y saludando.
OMG.
En el acceso, los celulares y cámaras a una bolsita negra con llave. A vivir el presente y registrar con la retina nomás.
Entramos y avanzamos saludando a Nito Mestre, Zorrito Von Quintiero, Trueno. Agradeciéndoles a mis amigos del sello y algunos del círculo de Charly que, generosos, me abrazaban con mucho cariño.
Estaba en la gloria.
Al fondo, en una mesa resguardada, Charly junto a su hijo Migue, su hermana Josi y su novia Mecha saludaba a algunos amigos.
Luego se presentó el videoclip que muestra a Sting y Charly recorriendo Buenos Aires y NYC en un taxi por la noche, al ritmo de esta nueva versión de In The Night.
La producción de la canción y el sonido de la escucha en directo fueron de Mati Sznaider, que corrió a abrazar a Charly apenas dejó de sonar la pasada.
Por respeto al espacio y a la invitación exclusiva, me paré frente a Charly, le tiré un beso con mi mano, me respondió sonriendo, fijó su mirada en mí y le sonreí de regreso. Sintiendo absoluta y genuina gratitud desde el corazón adolescente rebosante de felicidad, me fui a celebrar con mis compañeros de aventura, Rafa y Karen, testigos de lo vivido.
Ya no se mueve, no habla mucho, pero ¡es Charly!
Más allá de la magia de ver a Charly y Sting juntos, ¿cómo se sentía la música en ese espacio? ¿In The City conservaba esa imprevisibilidad clásica de García, o la influencia de Sting la transformó en algo completamente nuevo?