Por Belén Leyton
Es escritora, maneja la editorial Los Libros de la Mujer Rota, está estudiando un doctorado en literatura (ahora tiene clases por Zoom) y tiene una hija. Afirma que se ha vuelto más difícil, pero han podido sobrellevarlo. Le cuestan las videollamadas, prefiere hablar por teléfono. Para Claudia Apablaza, la vida antes de la pandemia tenía un orden más definido, ahora es un poco lo que vaya saliendo cada día.
Publicó el cuento Creo que te inventé en mi mente en la segunda entrega de la colección de Neón ediciones. Es una nueva versión de un texto que publicó hace muchos años en La Calabaza del Diablo, cuenta.
-¿Cómo te uniste a este proyecto de Neón Singles?
– Yo conozco a María Paz Rodríguez desde hace unos doce años. Hemos compartido muchas cosas. Le leí su primera novela, siempre nos estamos leyendo nuestros libros y hemos participado en muchos proyectos juntas. A ella se le ocurrió esta colección, me lo comentó y me preguntó si me interesaba participar. No es algo nuevo, estamos siempre en contacto, en términos de amistad y literarios.
-El cuento de Catalina Infante está ambientado en la pandemia, pero el tuyo no, ¿por qué?
– Todos los cuentos son distintos. No hubo un pie forzado a escribir acerca de la pandemia, sino que la idea de Neón es mostrar un abanico de autoras y estéticas. La escritura era libre.
-La inspiración de tu cuento fue Sylvia Plath, ¿no?
– Sí, pero es un cuento que escribí hace mucho tiempo, hace como diez años. En ese momento apareció en un volumen de cuentos, pero esta es una nueva versión del texto. Lo reescribí, lo reedité, le saqué muchas cosas que ya no me hacían sentido. Hoy lo pude depurar mucho más. Cuando pasan los años uno se va dando cuenta de, entre comillas, errores que uno va cometiendo a la hora de escribir. Así que me parece muy bien poder reescribir un texto y presentarlo diez años después.
-¿Le pones más atención a la forma que al fondo al escribir?
– El tema de la forma es algo que me preocupa bastante, pero también el ritmo del texto, la prosa, lo que se está contando, la intenciones de lo que está narrado. Creo que todo eso es lo que finalmente configura la estética de un cuento o una novela. Uno no se fija solamente en la forma, también en el contenido y qué está develando en él.
-Cuéntanos cómo ha sido tu cuarentena
– Yo por lo general trabajo en mi casa, eso no es nada nuevo; llevamos la editorial en casa. Pero obviamente salía todos los días a la calle. Estoy estudiando en la universidad, mi hija iba al jardín. Ha sido un quiebre muy violento de nuestras rutinas, nuestro cotidiano, sobre todo en el tema de los afectos, porque más allá de salir al supermercado o ir a dejar a alguien a un lugar o ir a buscar algo, también se quebró todo el sistema de afectos que uno tiene, como visitar a los padres, estar con los amigos, salir, conversar de forma directa, no vía una plataforma electrónica. Eso ha sido lo más violento de esta pandemia: el perder ese contacto directo con las personas queridas.
-¿Qué has estado leyendo?
– Sobre todo cosas para la universidad. Ahora estamos con autoras argentinas que escribieron acerca de la época de postdictadura. Estaba leyendo Diario de una princesa montonera (de Mariana Eva Pérez), que es un libro sobre una mujer que sufre la desaparición de sus padres en la época de dictadura del 76 en Argentina. Me he estado metiendo un poco más en ese tema. Se llama literatura de los Hijos, que es de los hijos de padres desaparecidos en dictadura y toda la producción cultural y artística que se generó a partir de esas desapariciones. Empecé a buscar referencias porque me interesa mucho el tema.
Y a la par he estado leyendo a las autoras chilenas contemporáneas, porque mi tesis es de literatura chilena contemporánea escrita por mujeres. Entonces estoy muy atenta a los nuevos libros que están saliendo.
-¿Y qué está pasando ahora con la editorial?
– Sigue funcionando. No hemos podido distribuir mucho a las librerías, por el tema de la pandemia, pero seguimos funcionando casi al cien por ciento en las publicaciones. Estamos publicando un libro al mes. Este año vamos a sacar ocho o nueve libros, pero seguimos con el mismo ritmo.
-Entonces no han tenido problemas con eso
– Sólo el quiebre con la cadena de distribución en librerías, pero lo demás lo hemos sabido sortear bastante bien. Ahora estamos con imprentas muy familiares, al igual que nosotros que somos una editorial familiar, donde trabajamos Jorge y yo. Hemos tenido mucho cuidado con las ediciones, con seguir tratando de llegar a los lectores, de seguir distribuyendo.
-¿Cuáles son tus futuros proyectos?
– Estoy terminando de revisar una novela que estoy escribiendo. Voy a seguir editándola durante estos meses. Probablemente la publicaré el próximo año. También tenía que hacer una pasantía por el doctorado en el extranjero, pero no sé si eso lo vamos a poder hacer. Obviamente sería el próximo año, pero también tenemos que ir viendo qué va pasando. Tengo que hacerla, es parte de la formación, así que estamos viendo en qué lugar. Y, por último, seguir publicando con la editorial.
-He visto a muchas personas que tienen problemas con la inspiración ahora que no pueden salir, ¿no lo es para ti?
– Sí, igual ha sido de alto impacto. Pero se van generando estrategias para poder sobrellevar esto. Obvio que eso también influye en la escritura, en las formas en que uno se enfrenta al texto. Tengo mucho menos tiempo para escribir, menos espacios en solitario, e intento buscarlos muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana.
La escritura no funciona mucho así, por lo menos en mi caso, no es tan programática. Está bastante relacionada con el entorno, el medio y las cosas que van sucediendo en el cotidiano. Entonces soy flexible a esas posibilidades. Pero igual me he ido acomodando. Y si no se puede, no se puede, tampoco lo estoy forzando demasiado.