Por @Quena y @patyleiva
Ya tenemos nuestros primeros apuntes del Festival In-edit 2022 tras jornadas de dos películas diarias, salidas de trasnoche y tardes capeando el sol en las acondicionadas salas (soñado). Acá algunas impresiones de películas que esperábamos con ganas:
Freakscene: The Story of Dinosaur Jr.:
Al fin tenemos la oportunidad de ver un documental que cuente la historia que hasta ahora era una nebulosa para quienes no somos los fans más experimentados de Dinosaur Jr., una banda tan influyente que, sin quererlo, marcó un antes y un después en la música alternativa estadounidense.
Por otros documentales en los que aparecen, y que también habíamos visto otros años en In-Edit, sabíamos que habían acompañado a Sonic Youth y a Nirvana en sus giras (1991: The Year Punk Broke), pero los entretelones y las razones de su cambiante formación y posterior reunión, no estaban claros a menos que hubieras leído el libro Our Band Could Be Your Life (un pendiente desde hace siglos en mi lista de lectura).
Acá, a través de los testimonios de ellos mismos y sus pares (nombres gigantes, como Kim Gordon, Thurston Moore, Henry Rollins y Frank Black), entendemos la visión de una banda que aunque no lo pasaba bien, necesitaba hacer música.
Meet Me In The Bathroom
Salí con una sensación extraña de este documental. Quizás fue por haber leído el libro y conocer más detalles de los que cuenta la película sobre la escena neoyorkina de los primeros años del sigo XXI, o quizás porque sentí que sus protagonistas se quejan demasiado de algo que el resto de nosotros envidiamos: el renacer del rock en manos de un montón de niños chicos (y James Murphy ¯\_(ツ)_/¯) con todo a su alcance para crear una revolución y no pasar desapercibidos.
Este no es un documental en que veamos “cabezas parlantes”, contando cómo pasaron las cosas, sino que está armado 100% con un material de archivo muy completo y en gran parte obtenido de primera fuente, por lo que Meet Me In the Bathroom, más que un documental imprescindible, es (al menos para mí) un excelente material de apoyo a esta lectura de sobre 600 páginas.
Nothing Compares
Decir que Sinead O’Connor fue una adelantada a su tiempo es quedarse corta. Creo que por sobre todas las cosas, Sinead es y ha sido incomprendida toda su vida y si me entrego al compromiso con este documental de Kathryn Ferguson, me atrevo a decir también, que es una artista verdadera a la que sus pensamientos, certezas y sentimientos jamás la abandonarán.
“Quisieron enterrarme sin darse cuenta de que soy semilla”, se escucha decir a en off a la Sinead de hoy, en su voz más gruesa y desgastada. Cuánta razón tiene. En cada una de sus luchas y preocupaciones me parecía que estaba viendo a tantas de las chicas que hoy vemos en una marcha, en redes sociales o en las casas: mujeres jóvenes con sentido común.
Así fue la Sinead de los 80s, en un mundo que la enjuiciaba de entrada por su corte de pelo (acaso hay algo más frívolo para condenar a alguien?), se le hablaba con autoridad, como si les ofendiera su presencia, se le negaba el espacio para explicar lo que quería decir, mejor dicho –y peor aún–, hablaba pero no se le escuchaba.
La belleza de su voz conmueve hasta lo más profundo y la consistencia de sus actos inquieta de manera abismante, porque no es tanto lo que el mundo ha evolucionado desde el siglo pasado, de hecho, da cuenta del espiral absurdo en el que nos damos vueltas.
Moonage Daydream
Este no es el mejor documental de David Bowie, tampoco el definitivo como, imagino, le encantaría a Brett Morgen que lo consideráramos, pero si de factura y calidad de material hablamos, no tiene falla alguna.
Ya la habíamos visto el día de su lanzamiento mundial, pero por nada iba a desperdiciar otra oportunidad de ver a David Bowie en pantalla grande por una hora y media o lo que fuera. Moonage Daydream es hermosa y pretenciosa en partes iguales, una avalancha de información con la voz del genio siendo genial de principio a fin, dejándonos sin aliento y sin minutus para procesar y disfrutar.
Quisiera yo que un material tan perfecto como este, tuviera un ritmo menos antojadizo, pero tal vez es solo porque soy muy cuadrada… que cada década tuviera su tiempo en pantalla, que no se repitieran insistentemente ciertas imágenes no indispensables (hablo del reflejo en una pantalla de televisión antigua y de la idea del hombre del espacio yaciendo en su destino final). En todo caso, si la vuelven a dar, la volveré a ver.
