A propósito de Lastarria

Clarks
por M&M

Cuando ya creía perdida la búsqueda por dar con un lugar rico, “no demasiado lento” y económico para almorzar los fines de semana por mi barrio, la Nani, una vieja vecina del otro lado del río, me recomendó ir a la pastelería que está en la esquina de Bellavista con Loreto. “La fachada es caqui como tu bufanda” me dijo como referencia.

Por supuesto ahí almorcé el sábado siguiente. Llegamos con mi media naranja bien tempranito, todavía estaban las teteras del desayuno en las mesitas; nos encantó la luz que entraba por sus ventanales que dan al patio interior y toda su decoración, paredes, mesas y sillas todo blanco, con sobrios detalles marengo. El plato del día, junto a un abre boca de tres paninis (bocadillos calientes) de atún, tapenade (pasta de aceitunas) y salmón, eran unos raviolones rellenos de pescado (todo por $3.200) aliñados simplemente con aceite de oliva y “queso parmesano del verdadero –“porque aquí somos todos italianos”, nos dijo la chica que antendía–. Con aquello de que la pasta la comenzaban a hacer cada día en las mañanas ahí mismo, nos convencieron de probarlos. Estaban deliciosos, realmente no hacía falta ninguna salsa; tenían esa combinación perfecta de al dente y suave; sabrosos y, muy importante antes de la obligatoria siesta del fin sábado, las porciones eran abundantes.

Luego, el postre… ¡mmm! pastelería europea, la especialidad del lugar. Yo pedí un mousse de chocolate negro con franja de chocolate blanco y un café olé que llegó con ligera y abundante espuma de leche, servido en preciosas tazas blancas. No tienen patente de alcohol, por si acaso, pero… no hay drama, te invitan a comprar el vino o cerveza en la botillería de la vuelta o a traerlo desde casa. ¡El paraíso! Tanto así que mi media naranja se enojó porque le dije que les iba a dar el dato. Así es que transé y prometí no decirles al menos cómo se llama. El lugar está abierto de 11 a 21:00 pm (lástima tan temprano), cierra los lunes.

PD.: A propósito del barrio Lastarria, el parque Forestal está precioso, el pasto está verde como mis zapatos favoritos, unos Clark’s color musgo que compré en Holanda. Si les sirve a el dato solamente por aquellas latitudes –gracias a la estatura de sus minas– encontré los zapatos del diseño que me gustaban en mi grosera horma.

11 Comments

  1. jajaj pero que fome que no se de el nombre!!!, si es como lo describes debe ser buenisimo, haber si me voy a dar una vuelta por alla y descubro cual es..

  2. ya se perfecto cuál es, de hecho le tengo echado el ojo, pero la vez que fui estaba lleno…. pero ahora vuelvo a quedar con las ganas así que de todas maneras voy con mi botella de vino!

  3. voy a arruinar tu secreto pero opino que lo bueno hay que compartirlo, para que le vaya bien y sea mejor ono? se llama la Signoria o Signora algo asi, la puerta es muy piola pero siempre esta abierta y hay un cartel afuera y un espejo grande en un mini hall de entrada en donde no hay nadie pero como es tan lindo uno no puede evitar entrar, los almuerzos son ricos y baratos y los pasteles se ven ricos aunque nunca los he probado

  4. el lugar es perfecto, he ido tres veces y he salido con la guatita feliz en las tres ocasiones…el pancito italiano caliente con oliva, queso, tomate y aceitunas que ponen para esperar es una perdición…riiiico!!
    la lasaña, los ñoquis y los postres…..una delicia, recomendado too el rato!!

  5. Es excelente ese lugar!!
    Los fines de semana esta abierto, creo que hasta las 21 horas…
    Es una pasticceria italiana que tiene todo lo necesario para ser llamada “un secreto a voz baja”…

  6. Encontré el lugar! Muy bueno y baratísimo. Con mi pololo comimos felices por 10 lucas!
    Eso sí, la voz ya corrió, hoy al almuerzo estaba repleto y la niña que atendía no daba abasto. Pero la calidad, increíble.

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