No sé si fue porque está de moda, por la edad, o por pura procrastinación, pero hace un par de años me empecé a interesar demasiado por el cuidado de la piel (o “skincare”, como le dice ahora la gente de internet). Y por “demasiado” me refiero a que hoy, a punta de podcasts, blogs y videos de youtube, podría casi darte una clase de química, un ramo al que en el colegio jamás me molesté en ponerle atención.
Desde los 12 años que uso cremas y que me cuido la piel, pero ahora sé que podría haberlo hecho tanto mejor si hubiera tenido a mano el nivel de información que existe hoy. Casi a los 40 me vine a enterar de que a los 15 andaba muy tranquila por la vida usando retinol a plena luz del día, o que cuando me autoproclamaba la reina del factor solar, en verdad me estaba protegiendo casi lo mismo que nada.
Por eso, hoy no vengo a vender. Vengo a regalar todas esos datos que me habría venido tan bien saber muchos años atrás: Qué ingredientes sirven para qué cosa, cuáles se llevan bien y cuáles nunca jamás se deben mezclar, cuál es la frecuencia, el orden y la hora del día en que se debe usar cada producto, y tantas, pero tantas cosas más.
Por eso estoy muy contenta de empezar con esta columna y poder compartir todo lo que (aún) estoy aprendiendo, no solo de lo que he leído, visto y escuchado, sino que también de los errores que he cometido en el proceso, porque hasta las más cuidadosas caemos en la tentación de llenar el baño de productos, sean o no los correctos para nuestra piel.
Cada dos semanas voy a estar aportando algo sobre el cuidado de la piel en este espacio, pero no crean que me voy a ir de aquí hoy sin dejar algunos consejos para empezar:
1. Nunca pienses que todavía no estás en edad de preocuparte por tu piel. Nunca es tarde ni muy temprano para empezar a entenderla y cuidarla. La cosmética es mucho más efectiva cuando se usa para prevenir que cuando busca reparar daños que ya están ahí. Mientras antes, mejor.
2. Esta quizás debería ser la primera regla: No se trata de no envejecer o de conseguir una piel perfecta (spoiler: eso es imposible), sino de tenerla lo más sana posible para tu edad y genética.
3. Siempre ir de menos a más. Ninguna piel y ningún bolsillo aguantan todos los pasos de la rutina coreana cada mañana y cada noche durante todos los días de tu vida. Y partir probando todo al mismo tiempo o con porcentajes altos de algunos ingredientes, sí o sí te va a traer más daños que soluciones. No necesitas tenerlo todo y es importante saber qué estás usando y si de verdad tu piel lo necesita y le va a hacer bien.
4. Esta regla también se pelea el primer lugar: No sirve de nada comprarse el serum más caro y tecnológico si antes no te acostumbras a seguir sagradamente los tres pasos básicos: Limpieza, hidratación y protector solar (Más sobre esto en las próximas semanas).
5. Todas las pieles son distintas. Que alguien te diga que un producto le funcionó no significa que también te vaya a servir a ti. Por eso en esta columna siempre voy a hablar sobre ingredientes y necesidades de la piel, más que recomendar productos específicos.
6. Está muy bien aprender de Internet, pero si tienes o crees tener alguna condición en la piel, como acné, rosácea, alergia o lo que sea, no te pongas a experimentar y ANDA AL DOCTOR. Créeme que te vas a ahorrar tiempo, plata y muchos malos ratos.
